viernes, 5 de noviembre de 2010

El cielo gris sobre Berlin.

Cuatro de la madrugada. El viento choca contra los cristales. El pino alto se balancea como un viejo que ha perdido el equilibrio. Incluso las paredes emiten un sonido raro, como en las películas. Pero yo me he acostumbrado a esas presencias que me rodean, a los pasos sigilosos que van de una habitación a la otra detrás de mi. Si fuera a caerme estoy seguro que esa sombra me aguantaría. No son fantasmas, esos no existen. A no ser los que habitan en mí y me producen una locura deliciosa. Qué haría yo sin mis fantasmas?: Moriría.

Sigo escuchando el viento que es como un lenguaje indescifrable. Y mis voces interiores que vienen de todos los rincones del alma. Voces premonitorias. La lluvia sobre el dintel de la ventana. Música nocturnal. Sombras. La ciudad hundida en el marasmo de sus sueños. Y yo aquí, débil, expuesto al peligro de la noche que amenaza con entrar, y llevarme.



Por Luis Ruiz



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