sábado, 12 de febrero de 2011

La Siegessäule.

La Siegessäule, ésta gran torre berlinesa, como todas las grandes columnas es un signo fálico. Estas torres monumentales y erectas provocan desordenes orgiásticos hasta en el más pacato. Está ubicada en el corazón del Tiergarten, ese hermoso parque citadino que son los pulmones de la ciudad.

En una de sus áreas se dan cita los hombres, que de día y de noche, en invierno y en verano, le dan al cuerpo emociones fuertes. Ni la nevada más cruel impide a los contritos acudir a la cita del deseo. En verano, compartidos en dos áreas muy cercanas a la Columna de la Victoria, un mar de cuerpos desnudos tendidos al sol provocan a los sentidos sensaciones indescriptibles. Después están sus caminos, verdaderos laberintos hechos para el amor. Amor de millones. Amor libre. Que es como debe ser. Quien no ha vivido esa experiencia no conoce el paraíso. No sabe lo que se pierde.

Cualquier esquina, rincón, banco, tronco de árbol, trillo entre los arbustos, sirve de pretexto para perderse por esos vericuetos y descubrir que al cuerpo y sus orgános le pueden crecer alas. Como un moluzco. Miles de manos y lenguas que se multiplican y desesperan para encontrarse y celebrar el rito de los ritos. Otro tanto de erecciones y pozos oscuros por donde perderse y penetrar al santuario del Dios Eros y bendecirlo. Paso a Tres y a Cuatro y a Cinco como en las danzas más elaboradas y perfectas sin solistas a los que aplaudir porque todos tienen un rol protagónico y único.

La Siegessäule es un símbolo, un emblema, un atributo de nuestra ciudad.


Por Luis Ruiz.

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