Kafka y Alejandra Pizarnik, dos almas rotas, enfermas, condenadas por si mismas a la muerte. A.P. admiraba a Kafka porque se veía retratada en él, jugaba a su doble, al poder de la destrucción. Y el amor por la vida? Crear a través del dolor, las fustraciones, los desencantos. Resultado: una obra destructiva. Cierto que la apoteósis provocada por el exceso de alegría, disocia, no deja mucho tiempo para la creación. Pero, ambas cosas?
Trabajé en los Collages. Avanzo. Aunque siempre la duda. Adónde irá a parar todo esto? No importa; continuar.
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