viernes, 23 de diciembre de 2011

Mañana es Noche Buena.

Mi hermano preparando para asar el puerco en el patio de nuestra casa en Camaguey. Foto de archivo.

Mañana es Noche Buena. Para mí es un día como otro cualquiera. Quizás porque crecí sin la costumbre de estas fiestas, aunque en realidad no soy de celebraciones.
Cierto que este día mi tía Emilia preparaba una pequeña cena en su casa de la calle Verges, en Camaguey, y allá ibamos con nuestra madre. Pero eso fué sólo un tiempo, después no se hizo más.
Algunas veces asistí a la Misa de Gallo en la iglesia de La Soledad con un grupo de amigos, más por snob que por verdadera fé. Soy de los que se acuerda de Dios cuando truena, como dicen algunos.
De las Navidades prefiero la parafernalia de los adornos, el brillo, las luces, el arbolito. El raro y encantador oropel del Kitsch.
En general estas fiestas han perdido su carácter espiritual y místico, para convertirse en un maratón de consumo donde todos piensan en hacer regalos, y cuanto más caros mejor. Ya desde Octubre se engalanan los negocios y empiezan a venderse los productos característicos navideños, asi que cuando llegan las Navidades no hay sorpresas ni encanto. Pero todo esto forma parte de este mundo descaracterizado en que vivimos, donde los valores materiales superan cualquier otro.
No obstante, estos dias no dejan de ser algo especial, familiar, que a los que estamos lejos de nuestra madre y nuestra familia, nos deja un raro sabor a nostalgia y añoranza difícil de superar.


Por Luis Ruiz.

1 comentario:

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Por fin, alguien que ve estas selebraciones de manera realista, exacto en eso se ha convertido esta fiestas decembrinas.
un saludo.