miércoles, 13 de junio de 2012

Efluvios de una ciudad en ruinas.

De la ciudad extraño sus ruinas, la marginalidad de esos cuerpos surgiendo de las sombras y el polvo, buscándose entre sí para abrazarse y ofrecer sexo sin escatimar la entrega. Aquellas noches oscuras de pernoctar en las esquinas jugando el juego de las simulaciones y el flete como parias relamidos sin pudor. Los baños públicos y el olor a azufre emanando del orine y la mierda donde se confundían todos los misterios. Parques y escaleras dispuestos a acoger cualquier riesgo y todas sus ofertas. La platea de los cines, el encanto de esas salas oscuras y con sonido de fondo para el manoseo y otros artilugios de la seducción.


Por Luis Ruiz.

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