martes, 26 de octubre de 2010

Luz de otoño.

Esta foto la hice hoy, en uno de esos paseos míos cotidianos, que me conducen a parajes inimaginables. La naturaleza comienza a vestirse de colores imposibles de recoger en una sóla foto. Por eso voy hacia ella para embriagarme en directo con sus efluvios. Sí, así de poético puede ser. Y de hecho lo es.
No puedo renunciar al placer de caminar, siempre en diferentes rumbos, hasta que el cansancio me vence. Lo hacía incluso después de haber trabajado ocho o diez horas en la tienda donde trabajé hasta hace un par de meses. Aunque lloviera o nevara. Soy un andante incorregible, siempre curioso, y nunca satisfecho, de absorber los pulsos de la vida conque late la ciudad.
De regreso me senté en el negocio de mi amiga Cary a beber un delicioso esspreso, en esa atmósfera informal y elegante al mismo tiempo, que ofrece su trato afable y delicado, y el propio ambiente del local. Tenía puesta una música bellícima, una cantante de la que olvidé su nombre. Así anda mi cabeza, siempre en otra constelación. Pero así soy yo, y no puedo cambiarme. Tampóco quiero.

Foto: Luis Ruiz
Por Luis Ruiz

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