jueves, 19 de noviembre de 2009

COSAS DEL AMOR

Ayer fuí a casa de M. , quería que le cortara el cabello. No soy peluquero, pero ella es mi amiga del alma y no tiene miedo de poner su cabeza en mis manos. Aveces es así, lo amigos lo entregan todo. Pensé que como siempre me reciviría con una sonrrisa, de hecho mi amiga es una mujer cuasi-alegre, por lo menos no es amrgada. Pedirle en estos tiempos a alguien que siempre esté alegre es demasiado, además, somos seres humanos con sentimientos, sufrimos y padecemos, lo nuestro y lo de los demás. Sucede que ser pasional y entregado como M. es peligroso. La encontré contrariada. Nos sentamos en la mesa de la cocina a tomar un café con leche que, la verdad me supo delicioso. La mirada perdida y el rostro desencajado eran un aviso de que mi amiga sufría. Es triste que alguien que uno quiere mucho sufra y no poder hacer nada.

La escuché con atención, y casi al mismo tiempo fuí haciendo mis conclusiones. Me dice que se siente destrozada, así a pleno pulmón; ofendida, enganada. Naturalmente, el causante de tanto dano es un hombre. Yo, categoricamente, le digo: los hombres son unos puercos, despachalo; lo que para ella no es tan fácil sin duda. Ramplante afirmo: no son tiempos para el amor. No se puede estar en misa y en procesión al mismo tiempo. Hay quienes se creen con derecho a jugar con los sentimientos y el cuerpo de los demás sin dar explicaciones. Las relaciones humanas son tan complejas.

Termino de cortarle el cabello, la obligo a maquillarse y ponerse su atuendo más sexy. Afuera anochese, el viento bate las ramas de los arboles en el jardín del fondo, llovizna. Salimos a la calle, la acompano a hacer unas compras. El tema no se aparta de su cabeza, trato de darle ánimos y al mismo tiempo conminarla a tomar una decición. Cuando regreso a casa, mientras leo antes de irme a la cama, sigo pensando en ella y sus problemas. Las historias se entremezclan, confundiendose. Mi amiga merece otro final, pienso. Pero, cual?

Por Luis Ruiz

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