domingo, 15 de noviembre de 2009

EL AMANTE




El amante tatuó mi cuerpo

con una precisión de orfebre.

Como es de suponer, ignoraba el efecto

de las huellas dejadas, invisibles

para cualquier mirada.

Incluso para la suya.

Entró a la noche de los encuentros

como un ave de paso.

Picó el alpiste que se le ofrecía.

Bebió la saliva suave, húmeda,

cual licor exquisito. Y partió.



por Luis Ruiz

No hay comentarios: