lunes, 1 de febrero de 2010

UN ESPÍRITU VAGA POR LA CIUDAD

Hoy no tengo ganas de nada. No sé de dónde saqué fuerzas para venir caminando hasta aquí. Sólo la disciplina que me impongo a mí mismo funciona como un motor impulsor, impregnándome de una energía que se tambalea en los límites de la estructura de mi cuerpo. El tiempo no contribuye a mejorar las cosas. La ciudad se desdibuja detrás de una cortina de grises y aire frío, distanciándola, negándole todo tipo de encantos. Sus habitantes son sombras diluídas en el espacio.

Algo no anda bien. Soy yo que me vacío por dentro. Aveces quiero estar en otro lugar, pero no sé dónde. Existe un lugar mejor que éste? No estoy seguro. No es cansancio físico lo que relentiza mis pasos. El paisaje me es adverso. Ni haciendo acopio de todas mis fantasías podría devolverle a éste cielo los azules esenciales que le faltan.

Hoy no es un día propicio para inventarme el mundo y adaptarlo a mis sueños. Bebo una taza de café, y espero. Cae la tarde, las sombras son ventosas que se adhieren a la piel. Cumplo con el deber mortal de sobrevivirme a mí mismo, esperando que del fondo de mis esperanzas emerja algún día la luz.

Por Luis Ruiz

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