jueves, 12 de agosto de 2010

No sé adonde voy...

No sé adonde voy ni de donde vengo. Este andar siempre perdido entre caminos que no se identificar. Tal vez debiera seriamente establecer una ruta, con presición, pautar cada paso, elegir una dirección. Pero puede que no sea del todo prudente, y sobre todo sería endiabladamente aburrido.
Siempre odié las repeticiones.
Me doy cuenta que no tengo costumbres ni ritos. En todo caso puedo afirmar que adoro las sorpresas. Soñador y aventurero. Algunos piensan que ya no soy tan jóven para tantos trotes. Y qué hago con esta energía turbadora, incontrolable, de la que no puedo escapar?
Mi cuerpo todo vibra ante la mirada retadora de cualquier cabrón, de esos que andan sueltos como conejillos jíbaros en medio del monte. Es eso ser débil? No. Más bien se trata de una fuerza sobrenatural que me sobrepasa. Lo constato todos los días, es una señal que empieza debajo del bajo vientre; para ser más exactos, entre las piernas. El péndulo duro de una campana golpeando fuerte las paredes de su interior: clan, clan, clan.
Lo sé, moriré en cualquier curva de éste difícil camino donde me pierdo.
Ningún Dios me guía, nadie se atreve a detenerme. Completamente perdido. Hoy amarillo como esos geranios, mañana violeta como las bugambilias.


Por Luis Ruiz

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