sábado, 22 de mayo de 2010

Despertar de sábado

Me levanto, voy al baño, orino, me aseo. Concluye el rito necesario. Lo que más disfruto al amanecer es el silencio. Ni siquiera desayuno; bebo un vaso (o dos) de agua, y luego un café con leche. Me netrego a la lectura. Soy rico; el tiempo me pertenece, ese es mi reino.

El fín de semana Ralf se mueve alrrededor mío como una mariposa inquieta en el jardín. Enciende la radio y allí se trunca todo. Luego viene, se sienta a mi lado, dice algo, hace preguntas, le inquieta mi silencio. Habla por teléfono. Necesita de los sonidos que yo detesto. Me alegra su presencia, pero me alegraría mucho más si no estuviera acompañada de sonidos, al menos el tiempo que necesito para despertar.


Por Luis Ruiz

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