domingo, 25 de julio de 2010

De mis lecturas diarias y de lo mismo con lo mismo.

Leo en El Pais: Ex presos cubanos luchan por sobrevivir en Madrid.

Bueno, pués hago historia. O sea, hablo de mí, que en definitiva es hablar de otros cubanos y de miles y miles de emigrantes de todo el mundo.

Cuando llegué a Alemania y decidí quedarme fué sabiendo que me esperaba un mundo incierto, plagado de espinosas situaciones. Sin trabajo y sin casa. Mi amiga Maria me dió albergue y me ayudó económicamente. Así viví nueve años ilegal, sin Seguro Médico, ni contrato de trabajo, sólo, sin familia, viviendo aquí y allá, enfrentado al peligro de ser descubierto y de que me devolvieran, o me tomaran preso. Mi padre murió en Cuba y no pude ir a verlo cuando ya sabía que el cáncer de pulmón no le dejaría mucho tiempo más de vida.

Un buen día (4 de Diciembre, día de Changó), al amanecer, tocaron la puerta de mi casa. Era la policía. Preguntaron por mí. Alguien (una llamada anónima de una mujer, según supe después a través de mi abogado), me denunció. Fuí a dar a una cárcel exclusiva para extranjeros que serían deportados. Yo que no soy tan creyente, no recuerdo haber rezado tanto en otras ocaciones, como en ese lugar, para que no me devolvieran a la isla. Me salvó el tiempo que llevaba fuera, el gobierno de allá no me reciviría. No obstante no fué tan fácil, pasé muchas visicitudes antes de tener en mis manos la Visa definitiva. Hoy ya soy alemán, todo pasó.

En todo ese tiempo, aclaro, realicé trabajos de todas las categorías imaginables, siempre de forma ilegal. Tres años trabajando en la construcción me dejaron una lesión en la espalda, que más tarde degeneró en una hernia discal que me postró en la cama un par de meses. Ahora, hace ya tres meses, estoy desempleado. No recivo ni un kilo del estado, no tengo derecho. Aquí si estás casado y tu pareja trabaja, está obligada a mantenerte. Ese es mi caso.

Hasta aquí he sido breve, muy, muy breve. Mi historia no es única, las hay peores. Hace poco leí de una cubana en España que vivía en la calle, esto para hablar de una compatriota.

A propósito de los ex presos cubanos y su situación actual, más allá de que exijan al gobierno español que cumpla con lo pactado, lo cual está bien que así sea. El exilio tiene su precio, también la libertad. Exiliados somos todos, y me refiero a los emigrantes de todo el mundo (son millones). Ni aquí, ni en España, ni en ningún lugar se le revalida el título a un profesional así como así; eso cuesta mucho dinero y esfuerzo al interesado. Infinidad de médicos, abogados, ingenieros, están obligados a trabajar de camareros, limpiando piso, etc, para ganarse la vida, para siempre.

Me pregunto si los otros presos, los que están por llegar, a España o cualquier otro lugar del planeta, conocen esta situación. Deben saber a lo que se enfrentan. Después que no digan. Queríamos que los liberaran y ya están libres, como deportados o lo que sea, pero libres. Ahora hablemos de los que todavía están en prisión (que no son sólo estos 52), de los que allá en la isla no son libres y sufren persecusión, por lo que sea, que no sólo una causa política merece atención. De los que se enfrentan cada día a la subsistencia porque no tienen suficiente dinero y viven en condiciones deplorables, y no quieren o no pueden abandonar el país. Porque no todos quieren y deben irse.

A estos ex presos que ya viven en libertad, les deseo lo mejor, mucha suerte. Yo fuí uno de los que firmó esa carta (y otras), muy conciente de lo que hacía, porque lo consideré justo. Ahora a luchar, no todo lo que brilla es oro, y el capitalismo no es dulcecito de coco.


Por Luis Ruiz

No hay comentarios: