Todos los días paso junto a éste muro de cemento.
Los turistas se acercan en busca de huellas que verifiquen la autenticidad de los acontecimientos, pero nunca podrán constatar con certeza que significó para los que vivieron el horror de vivir detrás de esa frontera.
Un país dividido en dos mitades, uno capitalista, y el otro comunista.
Un muro que pretende dar testimonio de aquellos tristes días, en que para unos la libertad era un pájaro al que le habían cortado las dos alas. Familias divididas, separadas por la historia, cercanas pero distantes, a pesar de vivir a sólo un par de cuadras unas de otras.
Cuantos perdieron la vida tratando de cruzar éste muro ...!
Es una extrana sensación pasar por aquí, detener la mirada sobre esa superficie rocosa, pensar en lo que significaba, saberse preso de unos límites que cersenaban la libertad.
Horror!
Por suerte, hoy el Muro es sólo un símbolo, un motivo para no olvidar la historia, la constatación de un suceso que no debe vovlver a repetirse. Una excusa para abogar siempre por la libertad, para no callar ante las injusticias, para no permitir a nadie, ni a los políticos, marcarnos fronteras.
La tierra es un espacio de todos, y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a negarnos la posibilidad de habitarla, disfrutarla, vivir donde querramos vivir, libremente, sin ataduras.
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