sábado, 11 de febrero de 2012

Casos y cosas...

Esos acordes pertenecen a una conga muy conocida. Pero es bueno estar al tanto para no pecar.

Seguir de largo.

Tristeza? No sé. Pero algo nefasto que no logro aclararme del todo. Aveces como si me encontrara en medio de una pesadilla. Ya, uno es un poco inteligente y trata de sobrevivir al fenómeno. Que quieralo o no (lamentablemente) es parte de la "cosa".

Por mi parte, y lo mejor que me puede pasar: Cada acontecimiento artístico del que formo parte es una inyección de cultura, o sea; de vida. No hay nada más importante. Ah, no me someto a control de calidad, eso no cuenta. Cuenta lo que hago, y lo que siento cuando hago lo que hago.


Por Luis Ruiz.

Flujo de conciencia: la hora del almuerzo

Ver aqui en el blog de Tersites: Flujo de conciencia: la hora del almuerzo: Anna Akhmatova El viernes pasado, a la hora del almuerzo, decidí ir a Strand a buscar la biografía y la autobiografía de Edgar Lee Maste...


Por Luis Ruiz.

Graham Greene y las sombras habaneras.

Aqui en Diario de Cuba.


Por Luis Ruiz.

Hubo una vez en la Habana un Teatro Musical.

Un buen modo de iniciar este trabajo podría ser la frase con la cual tradicionalmente comienzan los cuentos para niños. Solo que en lugar de la conjugación del imperfecto, aquí conviene emplear la del pretérito. Hubo una vez en la capital de Cuba un conjunto llamado Teatro Musical de La Habana (TMH). Funcionó durante unos cuantos años y sus espectáculos alcanzaron una gran aceptación entre los espectadores. Un buen día fue cerrado, sin que hasta hoy se conozcan con certeza las razones. Hoy es uno de los tantos inmuebles de cuyo lento pero indetenible deterioro los habaneros diariamente son testigos.
El TMH tuvo una primera etapa que se extendió de 1959 a 1971. El repertorio de esos años estuvo integrado, por un lado, por obras de autores internacionales como Los novios, La tía de Carlos, Irma la Dulce, Los fantásticos, Tía Meim. De igual modo, hubo una preocupación por estimular a los creadores cubanos, lo cual dio lugar a que se estrenaran títulos como Mi solar, Pato Macho, Música para ojos y orejas, Teatro Loco, Los siete pecados capitales, Las vacas gordas, El apartamento, El encarne. Se recuperaron además obras del género vernáculo (Mefistófeles) y se montaron adaptaciones musicales de textos dramáticos como El vergonzoso en palacio, La Tarumba y Electra Garrigó. En esa etapa trabajaron en el TMH, Humberto Arenal, Tony Taño, Nelson Dorr, Jesús Gregorio, Héctor Quintero, Raúl Oliva, Eduardo Arrocha, José Luis Posada, Alberto Alonso, Tomás Morales, Alden Knight, Mirta Medina, Litico Rodríguez, Asseneh Rodríguez, Nereyda Naranjo, Olivia Belizaire, Zoa Fernández y el mexicano Alfonso Arau, entre muchos otros.
A mediados de 1978, el TMH fue reconstituido y pasó a tener su sede fija en Consulado y Virtudes. La dirección general fue encomendada a Héctor Quintero, quien había ocupado ese puesto durante los dos últimos años de la etapa anterior. En un informe sobre los diez años en los que estuvo al frente del TMH, publicado en el n. 16-17 de la revista Indagación, Quintero anota que el grupo incursionó “en los diferentes estilos del teatro musical, tal y como podemos considerar comedias, dramas y revistas musicales, piezas del teatro vernáculo cubano, variedades, zarzuelas, óperas rock, recitales, conciertos y muestras unipersonales”. En los escenarios de la sala grande (850 lunetas) y el salón Alhambra, con capacidad para un promedio de 80 a 100 espectadores, se presentaron montajes como Lo musical, Roda Viva, La Fornés en el Musical, Decamerón, Esto no tiene nombre, Mi bella dama, Vida y muerte severina, En el viejo varietés, Pachencho vivo o muerto, La verdadera historia de Pedro Navaja, Chorrito de gentesss, El amor no es un sueño de verano. En total, fueron vistos por 649.829 personas, cifra a la que hay que agregar las de las 11 giras nacionales y las representaciones en la extinta República Democrática Alemana. Entre los artistas que trabajaron en el TMH en esa segunda etapa, estuvieron Alicia Bustamante, Zenia Marabal, Nelson Dorr, Mario Aguirre, José Milián, Tomás Morales, Jesús Gregorio, Gladys González, Zoa Fernández, Iván Tenorio, Mikel Sánchez.
En 1988, Quintero dejó la dirección general del grupo. Un año después, el teatro fue cerrado temporalmente por los bomberos, debido a un problema en la instalación eléctrica, y hasta ahora permanece en idéntica situación.
Raúl Daniel, estudiante del Instituto Superior de Arte, en la Facultad de Artes de los Medios de la Comunicación Audiovisual, ha realizado un documental de 25 minutos que indaga en las razones que llevaron al cierre del TMH. Lo tituló Nadie sabe qué pasó, y en él ha recogido los testimonios de cuatro teatristas que, además de tener desde mucho antes vínculos con esa manifestación, tuvieron una importante participación en la segunda etapa del grupo. Son los dramaturgos y directores Héctor Quintero y José Milián, la actriz Zenia Marabal y el director Nelson Dorr.
El documental comienza con una escena del filme La bella del Alhambra, en la cual se ve a Beatriz Valdés cuando interpreta un número musical. Esas imágenes se alternan con otras que muestran el estado actual de lo que fue el TMH. Eso da paso a los primeros testimonios, en los cuales los entrevistados se refieren a sus inicios en esa manifestación. Zenia Marabal comenta que empezó a trabajar en ella en los años 40. E incluso recuerda que en ese mismo sitio, cuando era Teatro Alcázar, actuó en vodeviles musicales con Mario Martínez Casado. Héctor Quintero cuenta que su primer acercamiento se produjo cuando, “con esa osadía de la juventud”, compuso la música para la obra Pato Macho (1966), de su colega Ignacio Gutiérrez. Un par de años después escribió y dirigió con el TMH Los siete pecados capitales, y en 1971 repitió con Los muñecones y Lo musical. Nelson Dorr cuenta que comenzó a hacer teatro musical desde el inicio de su trayectoria artística, y expresa que eso le permitió sentir el pálpito del público y comprobar su satisfacción con ese tipo de espectáculos. Por su parte, José Milián apunta que cuando empezó a escribir teatro, y sin que él supiera por qué, “los personajes de pronto cantaban una canción o bailaban”. Agrega que ya después, cuando estudió en el Seminario de Dramaturgia, comprendió que él necesitaba ese momento musical para decir algo que no podía expresar con palabras.
Quintero y Marabal pasan después a hablar sobre las especificidades y exigencias del teatro musical. El primero lo define como “el compendio más complejo de todas las especialidades de las artes escénicas. De ahí que lo considere como altamente exigente en términos de elaboración artística (…) Hay que actuar, bailar y cantar y por lo menos de las tres, dos de esas manifestaciones hay que hacerlas bien, aunque la tercera sea un poco como un adorno”. Debido a eso, es, comenta Marabal, “un género que no todo el mundo puede hacer, por la sencilla razón de que hay que hacer muchas cosas. Y no todos los actores y actrices tienen esa posibilidad”.
El teatro que más dinero recaudaba en taquilla
Ese tema da pie para que los entrevistados pasen a describir lo que era un día habitual en el TMH. Todos coinciden en que era una jornada de mucho trabajo. Por las mañanas, los integrantes del elenco recibían, de martes a sábado, clases de ballet, danza, pantomima, actuación, canto, además de Filosofía Marxista (este dato no se menciona en el documental, sino que lo he tomado del informe de Quintero que antes cité). Después de un breve descanso para almorzar, empezaban los ensayos de los próximos estrenos y, alrededor de las 4 de la tarde, se repasaban aspectos a corregir en los montajes que se estaban presentando en ese momento, a partir de las notas que el director había tomado durante las funciones. Tras eso, los actores se retiraban a comer algo y al regresar, comenzaban a maquillarse para la presentación de esa noche. Terminaban alrededor de las 12 o 12:30 de la noche. Eso lleva a Milián a comentar: “Yo no entiendo cómo lográbamos hacer tantas cosas en un día”. A lo cual Marabal acota: “Pero era un día feliz”.
Milián recuerda que el TMH mantenía a los demás grupos que entonces existían en la capital, pues de todos era el que más dinero recaudaba en taquilla. Quintero se refiere a la programación, que abarcaba de martes a jueves, en el salón Alhambra, y de viernes a domingo, en la sala grande. Y expresa: “Nos satisface extraordinariamente recordar cómo logramos el lleno absoluto en ambos espacios a lo largo de años. Se trabajaba de una manera incesante, con la vitalidad que da la juventud, y que yo, en mi caso personal, ya no podría repetir”.
En la pantalla aparece una interrogación, ¿Por qué se cerró?, tras la cual los entrevistados tratan de dar respuesta a algo difícilmente explicable. Milián comienza por desmentir la parte de culpa que se le ha querido adjudicar, y que afirma de ningún modo él acepta. De acuerdo a eso, su salida afectó la estabilidad del TMH, pues lo siguieron algunas de las figuras del elenco para incorporarse al Pequeño Teatro de La Habana, el proyecto creado por él. Su argumento para refutarlo es que esas figuras se limitaron a tres o cuatro. La gran mayoría continuó en el TMH, lo mismo que el coro y la orquesta.
Quintero, por su parte, comenta que cuando decidió dejar la dirección general, lo hizo por agotamiento, por estrés y por problemas de índole personal. Asimismo apunta que cree firmemente en “la eficiencia de las cabezas”, y en ese sentido admite que se equivocó al proponer para que lo sustituyese a una persona que no era la idónea para desempeñar esa responsabilidad. El resultado fue que un año después, el local de Consulado y Virtudes se enfrentó a lo que iba a ser un cierre temporal, y que se ha prolongado hasta hoy. Dorr primero y Marabal después, trataron de mantener vivo el elenco, pero debieron hacerlo con las dificultades casi insalvables que significa no contar con una sede fija.
Dorr es quien revela la causa que motivó la clausura del teatro. Aparentemente, todo se debió a tres cables del sistema que conduce la electricidad al escenario. Requerían ser cubiertos, y a falta del material necesario para ello, se utilizó tape. Algo inadmisible de acuerdo a las normas de seguridad de los bomberos, que dispusieron el cierre del inmueble hasta que el problema se solucionara. ¿Tan difícil era que eso se hiciese? Por lo que se ve, sí lo era, pues al cabo de dos décadas y pico sigue sin resolverse, con el añadido de los estragos causados por tantos años de desidia y abandono.
Marabal señala la verdadera causa de lo sucedido con el TMH: “Lo cerró alguien sin razón ninguna, alguien que ya no está entre nosotros. Pero me parece que fue injusto lo que hizo, porque tanto esa persona como muchas otras de la época, y actualmente también, son un poco enemigas del género”. Dorr critica a quienes asistieron con indiferencia al cierre del teatro, y comenta que se debe a la concepción de que el “teatro metatranca” es el mejor. Con esa expresión se refiere a un teatro en el cual no se entiende nada, y en el que mientras más se retuerzan los actores y menos texto digan, “porque no tienen ni dicción para decirlo”, más intelectual se le considera. Y corrige: “Intelectualoide, diría yo”. Milián va un poco más allá y nombra las causas por su nombre: negligencia, prejuicios, incomprensiones. Coincide con él Quintero, para quien la subestimación del teatro musical perjudicó mucho al grupo, pues esa actitud, según él, se extiende a las esferas especializadas. Al igual que Milián, rechaza la idea de que es una manifestación frívola, y precisa: “El teatro musical por lo general es un género de alegría, pero no siempre. Lo que nosotros hacíamos tenía que ver con lo festivo. Pero y si así fuera, ¿por qué no? Qué cosa más hermosa que darle al ser humano que acude al teatro como espectador, alegría, felicidad, belleza”.
¿Dónde están los artistas del TMH? “Andan diseminados entre otras manifestaciones y el olvido”, responde Quintero. Y Milián: “Perdidos. Algunos se fueron del país. Otros se han muerto. Otros han envejecido, ya no se puede contar con ellos”. A lo cual, Dorr añade: “Otros se fueron a sus casas. Hay una que tira las cartas y vive de ello. Es cartomántica”. Por eso, ante la pregunta de qué le diría a los teatristas jóvenes para animarlos a hacer teatro musical, Milián contesta, con justificado escepticismo: “¿Cómo, dónde, con quién?”.
En los minutos finales del documental, los testimoniantes se refieren a la importancia que tiene en un país como el nuestro la existencia de una compañía y un teatro dedicados al teatro musical. Quintero argumenta que ese género “tiene mucho que ver con la identidad nacional y además está en el gusto de nuestra población”. Dorr afirma que siempre ha considerado que es la forma más directa, más intensa y más cubana de llegar a nuestro público. Milián es, una vez más, el más contundente al expresar su opinión: lo insólito es que a más de cincuenta años de revolución, “a nadie se la haya ocurrido que hay que tener un Teatro Musical, igual que tenemos un Ballet Nacional de Cuba y un Conjunto Folclórico Nacional”.
Aparte de las entrevistas a Zenia Marabal, Héctor Quintero, Nelson Dorr y José Milián, que constituyen el eje central del filme, Raúl Daniel incluyó fotos y escenas de obras. En esas imágenes se pueden ver, entre otros, a Zoa Fernández, Asseneh Rodríguez, Mario Aguirre, Luis Castellanos, Litico Rodríguez, María de los Ángeles Santana, Carlos Moctezuma. Solo es de lamentar que aparezcan sin identificar, pues no se indican los nombres de los artistas, ni tampoco el título de las obras. Por lo demás, es de recibo agradecer a Raúl Daniel y su sus colaboradores (Yuri Boza, edición; Ernesto Herrera, fotografía) por este meritorio y útil trabajo. Su documental viene a recordarnos que en La Habana hubo una vez un Teatro Musical y que hasta hoy nadie sabe por qué fue cerrado.

(Gracias a Jorge)


Por Luis Ruiz.

viernes, 10 de febrero de 2012

Sarkozy arremete contra homosexuales y parados .

Aqui en Público.es
Uno peor que el otro. A qué no recurrirán los presidentes o candidatos a serlo para ganar las elecciones o mantenerse en el poder. Y allá van los conservadores con sus discursos obsoletos a proclamar moral y amor a la patria. PATRIA, vaya berracada que se han inventado los mortales de este mundo nuestro de cada día para ensalzar valores.
Mi PATRIA es el lugar donde me encuentro ahora, esta habitación, este sillón, y ni siquiera sé ciertamente donde estaré mañana.


Por Luis Ruiz.

Klaus Lemke, director de cine, protestando ayer en la inauguración de la Berlinale.

Protestó contra el director del Festival porque no eligieron su película para ser presentada en el marco de la Berlinale. Sin duda logró la atención de los medios. Cosas como esta dan color a la Berlinale, y remarcan el ambiente alternativo y revelde de la escena cultural alemana. En sus planteamientos no le falta razón, sin duda. Aqui, más que todo, lo que brilla es Hollywood. Las estrellas locales se conforman con desfilar como secundonas detrás de las verdaderas estrellas llegadas desde Estados Unidos. Y cuanto cuesta toda esta parnafernalia Hollywoodiana?.




Por Luis Ruiz.

Entre la espalda y la pared.

Aqui en Habáname - elmundo.es


Por Luis Ruiz.

Alemania expulsa a cuatro diplomáticos sirios por espionaje.

Ver en EL PAÍS.
Ah, estos métodos son conocidísimos, los aplican otras dictaduras. Los tentáculos del demonio son muy largos, mucho más de lo que somos capaces de imaginar.


Por Luis Ruiz.

La Berlinale y la Potsdamer Platz.

La Arcade de la Potsdamer Platz es una especie de pasarela adonde acuden los que hacen largas colas frente a las taquillas allí situadas, para comprar las entradas de los diferentes films que se presentan en esta 62 edición de uno de los más renombrados festivales de cine, que se celebra aqui en Berlin. También por allí andan los participantes de diferentes países, y los curiosos que van a ver que pasa y a quien pueden ver.

Frente a los cines, hoteles, o lugares donde se encuentra la prensa, y donde se supone hay algún actor, están congregados los Paparazi, y también los fans, que esperan encontrarse con alguna estrella (sobre todo si es un producto Holliwood), hacerle una foto, o elaborar una crónica.

El caso es, que esta zona berlinesa es en estos momentos una de las más concurridas y emblemáticas. Desde horas tempranas y hasta bien entrada la madrugada, el trasiego de paseantes y autos es una especie de hormiguero, que mantiene más viva que nunca la Potsdamer Platz.


Por Luis Ruiz.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Casos y cosas...

Sol, pero frio. A media mañana en Moulin Rouge con Thomas. Bebemos café, y de paso vemos los cuadros que allí se exhiben. El camarero es original francés. Un local muy chulo, nuevo, en la Nollendorfstraße.No es usual que tan temprano coja la calle, pero asi es: Expontaneamente... Dentro de poco a la Galeria. Caminando. Para desbloquear los músculos y cargar las baterías de buenas vibras. Se dice que aunque haga mucho frio se debe caminar, para fortalecer el sistema inmunitario.

Ah, mañana comienza la Berlinale.


Por Luis Ruiz.

Maja Bajevic. Introducción a Continuará

Este es el Performance que la artista Maja Bajevic presentó en el Reina Sofía, y que ahora se presenta en Berlin, en la "daadgalerie", y en la que estaré participando toda la semana.




Por Luis Ruiz.

Viaje al interior del Guernica, Museo Reina Sofía




Por Luis Ruiz.

lunes, 6 de febrero de 2012

"El grito de la Libélula" (Título original de la obra).

Ver más aqui :LIBÉLULA, UN INSECTO EN EL HORIZONTE en Malaga agenda cultural :
Como señalo al principio, el título original de la obra es "El grito de la Libélula", escrita por la actríz y directora de teatro Adriana Quezada. La interpreta Maria Magdalena González, actríz cubana residente en Berlin. Esta es una reseña de su presentación el pasado fin de semana en Málaga-España.


Por Luis Ruiz.

Casos y cosas...

Por suerte en la Galeria estamos calienticos, a no ser que abran la puerta de atrás, entonces el frio siberiano que nos azota entra y lo paraliza todo. La Performance consiste en: Mojar los cristales de la Galeria y espolvorearlos con cemento, luego con el dedo escribir frases como: Muerte a los Nazis, Arbeit macht frei, Más democracia, Queremos trabajo, und, und, und... Toda la tarde en los preparativos. Y además posando para un equipo de TV. Mañana comienza.

Ah, al pasar por la Arcade la PotsdamerPlatz; las colas para comprar entradas para la Berlinale son apoteósicas. La Berlinale comienza el 9.


Por Luis Ruiz.

Cierra el Guggenheim de Berlín.

Más aqui en elmundo.es


Por Luis Ruiz.

Paisaje/Acryl/60 x 50 cm.


Por Luis Ruiz.

domingo, 5 de febrero de 2012

Según Sartre.

La muerte y la escritura

Para Sartre la literatura era una imitación de la vida y que mientras uno escribiera iba a vivir, la inmortalidad residía en el poner en palabras aquello que acudía a nuestras mentes. Escribir era lo que podía eliminar la conciencia de la soledad, la depresión, el rechazo


Por Luis Ruiz.

El síndrome de la rana hervida.

¿Conoces el sindrome de la rana hervida?

Las fábulas, los símbolos, las historias, las parábolas, las alegorías, los cuentos han sido siempre excelentes técnicas para explicar, enseñar y transmitir ideas. He leído en algún lugar que la distancia más corta entre una persona y la verdad es un cuento. No sé si este aserto se podrá demostrar científicamente pero, por si fuera cierto, voy a utilizar para el comentario de hoy una curiosa metáfora.
Olivier Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal nacido en Ginebra y afincado hoy en Borgoña, escribió en el año 2005 un libro titulado “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”. En la introducción dice el autor que “todo es lenguaje, que todo nos habla”. Entre las historias que plantea una lleva el título del libro. Y a ella me voy a referir. Parece ser que esta alegoría fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”, publicado en 1987.

Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.

Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.

“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Pondré varios ejemplos para aplicar esta conclusión que nos ofrece Oliver Clerc. Una de ellas es lo que sucede con el deterioro del amor inicial, tan intenso y emocionante muchas veces. Poquito a poco, detalle a detalle, se va desvaneciendo hasta desaparecer. ¿Cómo es posible, se preguntan los amantes, que hayamos llegado a este punto? Ese punto es la indiferencia más absoluta o la agresión más violenta que uno pueda imaginar. Se han ido acumulando silencios, displicencias, rencores, incomprensibles, malas contestaciones, pequeñas agresiones… hasta llegar a ese momento en que la convivencia resulta imposible. Nadie podría decir que esa pareja empezó a funcionar mal a las tres de la tarde del día 24 de enero.
Pienso algunas veces en el camino que sigue un niño, desde su inicial inocencia, hasta llegar a convertirse en un sanguinario terrorista. ¿Qué ha pasado? No es imaginable siquiera que, de un segundo para otra otro, quien era tierno e ingenuo se convierta en una fiera sin escrúpulos ni sentimientos. El individuo ha ido sufriendo una degradación progresiva, probablemente imperceptible, pero de resultados espectaculares.

Lo mismo sucede en la salud, que llega deteriorarse de forma tan lenta e invisible como segura. La enfermedad es una consecuencia de la alimentación desvitalizada e industrializada, cargada de grasas y tópicos. Lo cual se une a la falta de ejercicio, al estrés y a una gestión desafortunada de las emociones.

Esta degradación silenciosa, constante e imperceptible se produce también, a veces, en la vida profesional. Un profesor que comenzó su tarea cargado de ilusión acaba maldiciendo su suerte y aborreciendo lo que hace. ¿Cómo se ha pasado de un inicial comienzo ilusionante a este final pesimista? De forma callada y persistente. Un retraso, una baja fraudulenta,unas situaciones sin resolver, unos días sin esfuerzo, una reacción incontrolada,un desconocimiento al que enfrenta diariamente en el salón las situaciones problemas, unos comentarios desagradables… Y, poco a poco, se acaba en un agujero negro que dista mucho del primer fulgor.

El síndrome de la rana también se puede aplicar al ámbito social. Hay sociedades en las que, en un tiempo, se vivía en función de valores acendrados. Pero, poco a poco, se van perdiendo las referencias éticas y un ciudadano de la primera época no se podría reconocer en la situación a la que sin pensarlo se ha llegado. Año tras año, día tras día, hora tras hora prosigue la degradación. Una creciente proliferación de la vulgaridad, de la grosería, de la falta de respeto,de falta de normas,de búsqueda de culpables hacen que nos sumerjamos en un clima éticamente irrespirable. ¿Cómo se ha pasado en la vida de aquellos pueblos en los que se dejaban las puertas abiertas a esta inseguridad que no eliminan ni los cerrojos, ni las alarmas ni la policía pública y privada?

La falta de reacción se debe a que el deterioro de paso lento es casi imperceptible. Por eso debemos estar siempre en situación de alerta. Oliverc Clerc nos dice en su obra: “Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptible, tan solo una conciencia muy aguda o una memoria excelente permiten darse cuenta de ello, o bien un patrón de referencia que haga posible valorar el estado de la situación”.

Tres soluciones complejas, que no es fácil ejercitar de forma permanente y efectiva. La primera consiste en ejercitar la conciencia, sin la cual estaremos dormidos en el sentido estricto o figurado. La segunda es el ejercicio de la memoria. Sin memoria no hay comparación, no hay discernimiento. La tercera es la utilización de termómetros referenciales. La rana que está sumergida en el agua carece de un patrón de referencia. ¿Cuáles son los criterios en los que basamos nuestra salud emocional, nuestro clima ético, nuestro estado de salud? Cuando uno se quiere pesar, lo primero que hace es comprobar que la báscula está a cero. De lo contrario, ¿qué fiabilidad tendría la medida? Pobre rana. Inconsciente, amnésica y embotada, no le queda más que esperar la cocción. Pobres de nosotros si perdemos la capacidad de reaccionar ante el deterioro paulatino e imperceptible

(gracias a Jorge)


Por Luis Ruiz.