sábado, 6 de febrero de 2010

SÁBADO EN LA MAñANA

Sábado en la mañana. La luz que entra por la ventana no es suficiente: luz de febrero. Sentado en la biblioteca junto a la ventana. Un candelabro con tres velas, una rosa medio seca pero voluntariosa y arrogante que quiere sobrevivir. Bebo una taza de café. Enciendo el ordenador y voy a la lectura. Babelia, El País.

"Lima siempre me está vomitando personajes desdichados", Jaime Bayly. Hago mía la frase. Lo mismo me sucede con Cuba. Porque soy cubano y no lo puedo evitar. Más adelante dice Bayly: "El dueño y la gerente de la cadena, cubanos ambos, no veían bien que tuvciera libertad de expresión". Me atengo a la frase, pienso: De casta le viene al galgo. Hijos de su padre. La condena hereditaria.

Otras lecturas y otros espantos. Preferible la desinformación? Entonces preferible la lectura de ese James Ellroy (que no conocía), violencia, sexo, corrupción... un hombre lleno de ángeles y demonios. "Sexo y paciencia". Yo pensaba que la República Dominicana estaba junto a Honduras y Guatemala". Así no más, se declara ignorante, con o sin razón, por coquetear con la publicidad o porque realmente lo es. Y qué valor tiene el conocimiento de la geografía?

Berlín o la Habana: el cuerpo aquí y la cabeza allá; un rompecabezas.

Por Luis Ruiz

viernes, 5 de febrero de 2010

LA IMÁGEN DE LA IMÁGEN

El tiempo nos remite a una imágen elucubrada por los otros. Fijénse que escribo "elucubrada" y no "elaborada". Algo de patético y revelador hay en ello. Nos revela una verdad ineludible: la existencia de lo patético. Lo patético está en esa imágen. Hechos a idea y semejanza de los otros. Esa libertad que algunas sociedades proclaman, amparadas en una cuestionable democracia con respecto a aquellos países que no la tienen, es aparente. Apariencia es la palabra que se antepone a la palabra Ser. No existiremos sin esos espejos deudores que nos modifican. Víctimas? La culpa no llegará a caerse, a estrellarse digo, contra el suelo o alguna cabeza, sino que vagará distraída en un espacio inaccesible. Antes de probarnos a nosotros mismos, será necesario probarle a los otros quienes somos. Nos someteremos a un exámen de conciencia y a su natural aprobación. Nos preparamos para la ocación. Lo dispondremos todo de acuerdo al efecto que ese orden provocará en la platea. Nuestro rol es interpretar. El prototipo es la plantilla que otros han cortado para reproducir en serie. Nada nos es ajeno y al mismo tiempo todo es nuevo.

Cuando despierto voy hacia los espejos en busca de mi imágen; necesito contatar que existo. Antes de salir reviso todos los registros de mi envoltura hasta el mínimo detalle. Desayuno un Bio-yogurt con sabor a mango y luego bebo una taza de café. Almuerzo ensalada de vegetales con pescado. Bebo mucha agua y orino mucho. El hambre no encuentra en mí una víctima. Someto al cuerpo a los ejercicios de rutina, incluidos aquellos de emancipación del alma. Ceno sopa de vegetales, luego una taza de té. Soy la imágen de la imágen. No excluyo el temor a defraudar a los otros. Y mi propio egoísmo. No excluyo el peligro, todos los peligros de existir.

Por Luis Ruiz

martes, 2 de febrero de 2010

Julián del Casal soñaba con la nieve. Yo también. Aquí está, debajo de mis pasos, blanca, iridiscente.

Qué me importa vivir en tierra extraña

O en la patria infeliz en que he vivido

Si en cualquier parte he de encontrarme sólo?

JULIAN DEL CASAL

lunes, 1 de febrero de 2010

UN ESPÍRITU VAGA POR LA CIUDAD

Hoy no tengo ganas de nada. No sé de dónde saqué fuerzas para venir caminando hasta aquí. Sólo la disciplina que me impongo a mí mismo funciona como un motor impulsor, impregnándome de una energía que se tambalea en los límites de la estructura de mi cuerpo. El tiempo no contribuye a mejorar las cosas. La ciudad se desdibuja detrás de una cortina de grises y aire frío, distanciándola, negándole todo tipo de encantos. Sus habitantes son sombras diluídas en el espacio.

Algo no anda bien. Soy yo que me vacío por dentro. Aveces quiero estar en otro lugar, pero no sé dónde. Existe un lugar mejor que éste? No estoy seguro. No es cansancio físico lo que relentiza mis pasos. El paisaje me es adverso. Ni haciendo acopio de todas mis fantasías podría devolverle a éste cielo los azules esenciales que le faltan.

Hoy no es un día propicio para inventarme el mundo y adaptarlo a mis sueños. Bebo una taza de café, y espero. Cae la tarde, las sombras son ventosas que se adhieren a la piel. Cumplo con el deber mortal de sobrevivirme a mí mismo, esperando que del fondo de mis esperanzas emerja algún día la luz.

Por Luis Ruiz

domingo, 31 de enero de 2010

LOS ÁNGELES TOCAN MARACAS

A insistencia de mi amigo Domingo termino por leer el libro que me había prestado, "Los ángeles tocan maracas", de Ángel Tomás González Ramos (Cuba, Ciego de Avila, 1946). Una novela de ficción histórica sobre la Habana colonial de l887.

(Fragmentos)

El baile...sí, el baile, ese es el verdadero deporte en ésta isla. Todo lo demás es prestado. Y el baile nos gusta porque de cierto modo es también sexo. El sexo, señores...,está aquí por encima de la política, del trabajo..., e incluso de Dios. Hago el sexo, luego existo, esa es la máxima filosófica que rige éste país. Por eso sólo hay dos oficios que siempre tendrán éxito: músico y puta.


El rumor de ésta ciudad es más eficiente que la prensa. Total, con la censura impuesta apenas se pueden publicar noticias.


Una de las estampas más atacadas por los cronistas de la cruzada moral era la apuesta de dinero que se hacía en los muelles al finalizar la jornada. Había un negro congo de muy baja estatura al que todos los estibadores llamaban Tres Patas por tener un sexo que dormido le llegaba casi a sus rodillas. Magnolia Culo Elefante, una veterana prostituta retirada del oficio por padecer una gordura glandular que le había convertido el trasero en un gigantesco globo de grasa, se ganaba unas monedas por la tarea de activar el sexo grandulón del negro pequeño. Una vez estaba debidamente empinado para la competencia, Magnolia agarraba con delicadeza el grueso sexo de Tres Patas y le ataba una cuerda de la que colgaba una barra de plomo de unos tres kilos de peso. Los jugadores, previamente, elegían al azar la distancia en metros que caminaría Tres Patas antes que se le desinflara su descomunal pito y la barra de plomo tocara el suelo. Ganaba el dinero el jugador que hubiera elegido la distancia más próxima a la meta a la que llegaba el diminuto negro congo. La persona que obtenía el beneficio de la apuesta tenía que darle la tercera parte de las ganancias al atleta del falo.


Yo si quería aprender a leer y escribir, eso le dije al cura de la iglesia de Santa Catalina que el primer día me miró como si fuera un apestado pero que terminó aceptándome como alumno. Aprendía rápido y el cura comenzó a tomarme carino y a preguntarme como era la vida en la casa de putas, sobre mi condición de hombre amujerado y con el tiempo le fuí contando sucesos más íntimos. El me hablaba acerca del pecado, de como resistir las tentaciones y sobre historias de santos y yo le escuchaba todo embobado porque nunca había encontrado una persona tan bondadosa. Un día, al terminar la clase, tomó mi mano y se la colocó entre las piernas por encima de la sotana. El corazón se me desbocó cuando palpé el tamañazo del pito. Saturnino, me dijo el cura, tienes que ayudar a curarme las tentaciones y yo acepté porque uno no debe ser malagradecido. Desde entonces, cuando terminabamos las clases yo me arrodillaba y me introducía debajo de su sotana y con la boca le purgaba las tentaciones. No hubo ningúna otra persona que me ofreciera tanta bondad como la del señor cura y por eso se me convirtió en uno de esos recuerdos que a la memoria le gusta contar. Hacerme monaguillo eso si no lo acepté a pesar de las súplicas del cura, adorar a un Dios que a duras penas concedía favores y que amargaba la vida a las personas prohibiéndoles hacer casi todas las cosas que son divertidas no era lo más adecuado con mis labores en casa de putas y mucho menos con mi pasión por los hombres.


... le aconsejó amarrar los sentimientos y los cojones de su hombre para que nunca olfateara el olor de otra hembra y le ofreció la receta de una brujería infalible.

En el café o en la comida de tu hombre echa el corazón seco y molido del pájaro zun-zun. Buscas un pedazo de ropa usada por él y después que la tengas tomas un cordel de cáñamo y le haces siete nudos. Cuando hagas cada nudo pronuncias el nombre del que debe ser amarrado. Entonces une el cordel de siete nudos con el trozo de ropa y lo entierras en una maceta en la que crezca una mata de ruda.

- Después de eso, mi amiga, vas a vivir como una reina -

FASHION VICTIM