sábado, 9 de julio de 2011

A través de la ventana..

Los espacios, no por repetitivos dejan de sorprender. A consecuencia de los cambios bruscos de tiempo, y los pertinentes cambios de luz que esto genera, el paisaje que cada día observo a través de las ventanas, cambia. Soy muy suceptible a estos cambios. Formal y emocionalmente. Dependo de ellos. Acaparan mi atención.



Por Luis Ruiz.

Y que los parta un rayo...



En la calle me encontré con un estúpido al que le canté las cuarenta. No me pesó. Aunque no sé por qué me altero tanto con el tema de Cuba. Total, no vivo allá. Por suerte. Lo primero que me dijo fué: los cambios se sienten, se respiran las mejorías, la gente tiene más dinero. Sí, el de nosotros. Le contesté. Y me explayé. Ahora tengo la cabeza que me quiere explotar. Sé que no vale la pena. No debo implicarme en un tema tan vulgar y necio. Todo lo que se diga y venga de allá es deprimente. Embrutece. Un sin sentido. Hasta estas letras que le dedico al tema.


Ahora estoy sentado en el balcón. Escuchándo el sonido del agua de mi pequeña fuentesita. Bebiéndo un café. Leyendo. Sólo esos mundos de la lectura nos salvan del cataclismo.



Por Luis Ruiz.

jueves, 7 de julio de 2011

Cuando una vida se va.

Serán muchas las muertes que desfilarán hacia ese destino inevitable, y a las que no podremos asistir para decir adiós y acompañar a los dolientes. Está escrito en el libro universal, que todo lo determina sin poder hacer nada por evitarlo.
Ya ni siquiera la ocación de ponerse triste, porque hasta eso ha de variar con el paso del tiempo, la distancia, los acontecimientos. Los sentimientos devienen una sustancia gelatinosa, imprevisible; que ni peste ni aroma extraño, sino algo tan ecléctico, que se pierde. Como todo.
Hoy muy temprano reciví un mensaje en mi teléfono móvil: Tía Emilia murió, mami está bastante controlada. Me lo enviaba mi hermano.
Desde entonces trato de llamar a varios teléfonos y no logro comunicarme. Quería hablar con mi madre y decirle que lo siento. Apoyarla. Tranquilizarla. Pero ni eso es posible.


Por Luis Ruiz.

Con la cámara por Madrid.




Por Luis Ruiz.

miércoles, 6 de julio de 2011

David Lago Gonzélez.

Ya lo había dicho pero lo repito. Después de muchos, muchos años, me reencontré con el escritor cubano David Lago González en Madrid. Eso fué la semana pasada. Y mientras firmaba dos de sus libros para mí, lo filmé. Como sé que no suele hacer culto a su personalidad en su blog, le pido permiso para colgar éste video. Me autoriza. Aquí lo tienen.



Por Luis Ruiz.

El video lo hice el día del Orgullo Gay en Madrid.




Por Luis Ruiz.

De regreso.



Uno siempre está de vuelta, yo también. De la familia, los amigos, las ciudades, en fín. Y tras esos regresos: los recuerdos. Y dónde si no se alojan esos recuerdos? Pués en ese espacio que unas veces funciona bien, otras no tanto, y que un buen día se para, y ya: en el corazón. Algunos recuerdos son tristes, otros están llenos de cosas maravillosas.



Casi siempre un viaje nos llena de satisfacciones. Y sobre todo se enseñanzas. De vivencias increíbles. Alguien dijo que viajar es cultura. Y lo es. Aunque a muchos les está vedado ese privilegio.



Acabo de regresar de Madrid. A los españoles no les va muy bien por cierto. La crisis, los políticos corruptos, y todo lo que se sabe. Pero viven, y tratan de hacer la vida, sus vidas, un espacio habitable. Entre estos, mis amigos. Cada uno a su manera, que es la mejor manera de vivir.



Allá tengo muchos amigos, muchos. Tantos, que el tiempo no alcanza para disfrutarlos a cada uno en su justa medida, como debe ser. Para ellos tendría que quedarme entre ellos más tiempo. Pero aún así, soy felíz de haberlos podido abrazar, conversar con ellos, saber que están allí, y que de alguna manera me pertenecen. Como yo a ellos.




Por Luis Ruiz.



domingo, 3 de julio de 2011

Desde la Madre Patria.

A mi abuelo, que era espanol, no lo conocí, cuando nací había muerto. Pero impregnó a sus hijos y su mujer mucho de las costumbres espanolas. Además, las hermanas de mi madre todas estaban casadas con espanoles. No eran "Jineteras", cuando aquello no existía una profesión tan lucrativa. Así que desde pequeno me relacioné con la historia de mis antepasados. Y con la comida.
Uno de mis tíos, magnífico cocinero, durante muchos de aquellos anos maestro de cocina del Gran Hotel camagueyano, cocinaba unas Fabadas Asturianas extraordinarias. Ayer salimos a comer, y fué lo primero que pedí. Aún cuando el calor inhumano madrileno apetecía otro tipo de comida. Pero lo mitigué con cerveza bien fría.
Por Luis Ruiz.