Historias para ser contadas

Que trabajo me cuesta levantarme temprano. Pero hoy es un dia luminoso. El sol entra por las rendijas de las cortinas y cae de lleno sobre las sábanas. R. hace café y me lo trae aqui donde estoy sentado junto a la ventana. Rutina sabadina. Anura, mi amigo japonés, desayuna arroz, sopa, vegetales, se pasa el dia cocinando, me pregunto como puede estar tan delgado. Mi desayuno consiste en una taza de café con leche, nada más. Reviso algunos trabajos, pienso en nuevas ideas, algunas se concretarán, otras caerán en el olvido.

 

Cuando el cuerpo no responde...

 no hay nada que hacer. Lo dejas ahi tirado como un molusco, esperando que reaccione y despierte. De nada valen las espectativas que te has hecho de su potencial. Limites. La mente trabaja como una máquina que no se puede controlar. Soluciones? Arrastra el cuerpo con todas sus desventuras y llévatelo por ahi, entrégaselo a los buitres para que lo manoseen, calmen su sed y su hambre y sus dolores.

Historias para ser contadas...

 La mañana comienza, como era casi de esperar, gris y lluviosa. Siempre el mismo espectáculo al mirar por la ventana. Hablo conmigo mismo en medio de un silencio cerrado. Aunque no tan asi, en la otra habitación R. habla por teléfono. He estado trabajando en los collages, cortando y pegando, construyendo formas, imaginando mundos. Mis mundos. También las palabras. Palabras y colores forman un todo. Cuando estás encerrado en una habitación y afuera llueve y todo está gris,  hay que arreglarserlas para construir mundos paralelos más soportables.