miércoles, 17 de noviembre de 2010

La hora del bolerón.

Ha estado lloviendo todo el día. Bueno, es que lleva días así y así seguirá según los pronósticos, además, vaticinan que para el primer sábado de advenimiento (creo que se dice así en español) podría nevar. Y allá los románticos y soñadores a creer que éste tiempo merece una sonrrisa. Yo no. Yo soy hijo del sol y de la luz y del calor. No puedo con éste tiempo; me da un bajón!!!

Acabo de regresar a casa, es media tarde pero a empezado a oscurecer. Salí temparano a acompañar a Marianexys, que estaba invitada a presenciar el trabajo de una actríz de acá que trabaja con niños. Luego fuí con ella a una tienda para cambiar un producto que compró equivocadamente porque no sabe alemán, y desde luego lo cambiamos sin ningún problema: Mi servicio es usted-El cliente es quien manda, y con una sonrrisa además. Aunque no crean, no siempre es asi, hay algunas alemanas (casi todas son mujeres, las vendedoras digo), o muchas, más amargas que el tamarindo, como que por la noche no le dan candanga, o no la necesaria, y es que muchas se quejan de eso, de la carestía "esa" quiero decir. Por eso cuando sienten la cercanía de un negro, o un latino se les ponen los pelos de punta, se erizan, tiemblan de deseos no confesados. Sé de que hablo.

Al pasar por el Supermercado compré ron y cola, me prepararé un "Mentirita", pondré música, no clásica, sino la más chea que encuentre, un bolerón, si, eso mismo, bien viejo, de "aquellos" tiempos. Ah, y sentado de espalda a la ventana.


Por Luis Ruiz

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