(Domingo y yo)
Hoy estuve tan ocupado, que no pude ocuparme de mis lecturas cotidianas, lo que después de todo ha sido una suerte, algunas lecturas me dejan un sabor tan amargo durante todo el día, que me cuesta mucho recuperarme. Desde temprano me empleé en los preparativos para recivir a mi amigo Domingo que vino a almorzar conmigo. A media mañana salí a dar un paseo corto, brillaba el sol con tanta intensidad que no pude resistirme.
Domingo fué una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Alemania. En esos momentos presidía una organización llamada "Raíces", que pretendía aglutinar a los cubanos residentes en Berlín. Domingo salió de Cuba cuando tenía 17 años (ahora tiene 67), y no volvió más. Añoraba el contacto con los que llegaban del "más allá", y escuchar sus historias. Desde luego el proyecto no funcionó, la calidad humana e intelectual, de tan diversa, se diluía. Domingo es una persona que quiero mucho, y es una pena (o una suerte para él), que ahora halla decidido mudarse a Barcelona para siempre, después de casi 40 años viviendo en ésta ciudad.
Cociné para él, porque sé que es su plato favorito, Congrí, y juro que es uno de los mejores que he hecho. Pechuga de pollo con papas y aceitunas, y ensalada de tomates. Bebimos vino tinto. De postre había preparado gelatina de fresa, pero estaba tan lleno que no pudo probarla. Conversamos mucho, de libros, porque él es un lector incorregible, y de "lo mismo con lo mismo"; inevitable no...? Fué una velada realmente hermosa, sólo nosotros dos, entregados a una conversación coherente, inteligente, recíproca, algo tan raro en estos tiempos en que es difícil encontrar a alguien que escuche y se interese realmente por tus problemas. La gente anda tan preocupada con sus asuntos, que sólo quiere hablar de ella misma, y no escucha.
Yo la verdad que tengo la suerte de tener buenos amigos, y uno de ellos es Domingo.
Hoy estuve tan ocupado, que no pude ocuparme de mis lecturas cotidianas, lo que después de todo ha sido una suerte, algunas lecturas me dejan un sabor tan amargo durante todo el día, que me cuesta mucho recuperarme. Desde temprano me empleé en los preparativos para recivir a mi amigo Domingo que vino a almorzar conmigo. A media mañana salí a dar un paseo corto, brillaba el sol con tanta intensidad que no pude resistirme.
Domingo fué una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Alemania. En esos momentos presidía una organización llamada "Raíces", que pretendía aglutinar a los cubanos residentes en Berlín. Domingo salió de Cuba cuando tenía 17 años (ahora tiene 67), y no volvió más. Añoraba el contacto con los que llegaban del "más allá", y escuchar sus historias. Desde luego el proyecto no funcionó, la calidad humana e intelectual, de tan diversa, se diluía. Domingo es una persona que quiero mucho, y es una pena (o una suerte para él), que ahora halla decidido mudarse a Barcelona para siempre, después de casi 40 años viviendo en ésta ciudad.
Cociné para él, porque sé que es su plato favorito, Congrí, y juro que es uno de los mejores que he hecho. Pechuga de pollo con papas y aceitunas, y ensalada de tomates. Bebimos vino tinto. De postre había preparado gelatina de fresa, pero estaba tan lleno que no pudo probarla. Conversamos mucho, de libros, porque él es un lector incorregible, y de "lo mismo con lo mismo"; inevitable no...? Fué una velada realmente hermosa, sólo nosotros dos, entregados a una conversación coherente, inteligente, recíproca, algo tan raro en estos tiempos en que es difícil encontrar a alguien que escuche y se interese realmente por tus problemas. La gente anda tan preocupada con sus asuntos, que sólo quiere hablar de ella misma, y no escucha.
Yo la verdad que tengo la suerte de tener buenos amigos, y uno de ellos es Domingo.
Por Luis Ruiz.
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