domingo, 24 de julio de 2011

La mamoria (II).

Las fotos, pocas realmente, que dejaban constancia de algún momento ya muy lejano del cual no podrían precisarse los detalles, se consevaban en buen estado. En la casa nunca hubo cámara fotográfica, por lo que constituía un milagro poseer ese tesoro.
El hijo mayor, larguirucho y muy delgado, demasiado bonito para se rvarón-eso decían. Luego el mismo hijo con el hermano, gordito, de cachetes redondos, con las manos cruzadas sobre la barriga llena de tanto comer. La abuela, la mamá del padre con su nieto preferido en brazos. Recuerdos de un viaje a la playa (Santa Lucía, Nuevitas...?). Frente a un Cake de cumpleanos con amigos y familiares. Imágenes estáticas que poco decían del árbol genealógico. O a la familia nunca le importaron esas ramificaciones? Quien habló de pedigrí? Tenían los pobres acaso derecho a ese panegírico? La memoria escarba en los detalles tratándo de salvar las distancias. Conoce de la inutilidad del menester de los recuerdos, más se empena. Evoca. Se aferra al aire que sacude el polvo del pasado.


Por Luis Ruiz.

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