martes, 30 de agosto de 2011

Los Punentes, de Dulce Maria Loynaz.

Media manana. A través de la ventana: cielo gris. Voces de ninos desde el Círculo Infantil que está al fonde de nuestro edificio. Ya bebí mi Latte Machiatto. Aún estoy en cama. No me apetece hacer otra cosa. Muchas ideas y poca acción; mala combinación. Ah, que tiempos estos... Leo. Sí, la poesía, para por lo menos salvar el espíritu. Ultimamente mis diálogos son casi sólo monólogos. Pocos a mi alcance para compartir cosas del intelecto. Es el precio. Puentes?


Los Puentes, Dulce Maria Loynaz.


Yo ví un puente cordial tenderse generoso
de una roca erizada a otra erizada roca,
sobre un abismo negro, profundo y misterioso
que se abría en la tierra como una inmensa boca...
Yo ví otro puente bueno unir las dos orillas
de un río turbio y hondo, cuyas aguas cambiantes
arrastraban con furia las frágiles barquillas
que chocaban rompiéndose en las rocas distantes.
Yo ví también tendido otro elevado puente
que casi se ocultaba entre nubes huranas...
Y su dorso amoroso unía triunfalmente,
en un glorioso gesto, dos cumbres de montanas!...
Puentes, puentes cordiales... Vuestra curva atrevida
une rocas, montanas, riberas sin temor...
Y que aún sobre el abismo tan hondo de la vida,
para todas las almas no hay un puente de amor...!


Por Luis Ruiz.

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