martes, 10 de noviembre de 2009

EL REGRESO A CASA DESPUÉS DE LAS VACACIONES DE FIN DE SEMANA

Supongo que regresar de un viaje que nos ha causado placer, sea un beneplácito. Y en el caso de verse obligado a volver de un lugar en el que preferíamos permanecer ?.
Digamos que abandonamos una ciudad a la orilla del mar, en la cual momentos antes de tomar el avión para partir, hemos estado sentados a la mesa de un Café en una plaza, admirados del cielo azul y el sol, complacidos, alegres por estar allí, y al mismo tiempo tristes por la inminente partida. Nos hemos propuesto captar el instante como último consuelo. No sabemos si ha de repetirse, o cuando otra vez.
Se tiene cierta conciencia de posesión con respecto al lugar, aún cuando estamos allí sólo como visitantes. Pero decimos: esa es mi ciudad !. No somos realmente concientes de por qué esa afirmación, aunque así lo sentimos.
Nos disponemos a regresar a nuestra verdadera ciudad. O sea, donde se encuentra nuestra casa, nuestras pertenencias, donde trabajamos. Sucede que no estamos demasiado contentos por recuperar "ese mundo nuestro". Tomamos el avión con cierta aprenhensión, hasta con un poco de mal genio. Es sin duda una actitud contradictoria. A mí me pasa.
Llegas a tu ciudad, la verdadera, adonde realmente perteneces, pero te sientes un poco extrano. Llueve, hace frío, todo está oscuro. Visualizas un mundo diferente al que dejaste hace unos instantes. Comparas. Dónde está el sol, el mar ... ? Piensas inmediatamente en el retorno, mentalmente planeas el próximo viaje, intentas consolarte con tus proyectos, suenas. Eso, cuentas con el recurso de los suenos, y eso, piensas, es una gran cosa. Por qué no ?.

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