martes, 26 de enero de 2010

EL PORTAL, LOS BALANCES, Y LA SOMBRA

Han sacado los balances al portal en sombras, por costumbre y por placer. Hace un calor insoportable. Se sientan y empiezan a balancearse. Se quejan del calor y de la situación. Hablan, comentan, rien. Alguien, al pasar, los observa, y piensa: son felices. Y sin duda es así, son felices a su manera. Una familia común y corriente que sobrevive a los malos tiempos. Cae la tarde y no corre ni un poco de brisa que traiga el fresco. Pero hasta eso es ya una costumbre; Esta tierra está maldita! Hay cosas que no pueden decirse. Algunas palabras se deslizan sigilosas en forma de murmullo quedo, casi incomprensibles. El olor a café recién colado llena la atmósfera. Puede pensarse que de momento a emergido un dios de entre las sombras para iluminarlos. La madre se acerca con una bandeja llena de pequeñas tazas que contienen el preciado líquido. Aveces ni café tienen para amenizar las tardes y la conversación del portal. No conocen la costumbre de acompañar el café con dulcecillos (ni finos, ni hechos en casa). Café fuerte y amargo, como debe ser. Han llamado a la vecina del frente y a la del lado para ofrecerles una taza, y de paso conversar un poco. Al tiempo no hay que forzarlo, sino dejarlo correr, esa es su máxima. Diríase que siempre fué así, como la misma existencia de los balances y sus muchas manos de pintura. Pero, la sombra del portal que los protege del sol infernal de la isla, es lo más venturoso; al menos nadie puede arrebatarles ese derecho.

Por Luis Ruiz

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