miércoles, 9 de junio de 2010

El beso más dulce

Cada vez que escucho a alguien escandalizado por ciertas manifestaciones públicas, alegando que alteran el orden y la moral ciudadana, y que son malos ejemplos, me provoca la tentación de provocar. Soy por naturaleza rebelde, y así voy por el mundo haciendo gala de ello. Por eso aprovecho la ocación para hacer una "Declaración de principios", a raiz del "escandalito" de ese beso represaliado por policias cubanos en una calle de la Habana, y que según leo en el blog de David Lago, "El Penthaus de Heriberto", también a escandalizado a otros.

Falsa moral, siempre lo digo. Razón tiene David, esos mismos policias en aparente cumplimiento del deber son los que luego van en busca de hombres, y en la cama se viran y te dan el culo. Lo digo por experiencia, sé de que hablo (no daré detalles, aunque sé que algunos morbosos desearían que me explayara más). Conocemos muy bien ese padecimiento milenario del cubano y su doble moral. La definición de "bugarrón" salvó a muchos de la etiqueta de "maricón", por aquello del que da (el activo) no pierde su hombría.

Que a estas alturas alguien se atreva a mostrar asombro porque dos hombres o dos mujeres se besen en público, es risible y primitivo. Son ellos los que con esa actitud respaldan las leyes arbitrarias y facistas de los regimenes represivos y totalitarios, que mandan a la cárcel y asesinan a los homosexuales, los que fomentan esa doble moral que provoca el miedo. Para ejemplarizar allí tenemos a la iglesia católica, a sus curitas escurridisos metiendo la mano debajo de las vestiduras de los monaguillos, borrachos y depravados hablando en nomnbre del "señor". A trabajar lo que deben irse todos y no seguir viviendo del cuento y las beatas que los alimentan. Y lo mismo debían hacer las beatas, quedarse en casa haciendo pasteles o limpiando.

Yo por suerte vivo en un país culto y civilizado, y nadie se atrevería a cuestionarme, no sólo cuando me beso con mi pareja en público, tampóco si me desnudo y me tiro sobre el cesped de un parque a tomar el sol, que de hecho lo hago. No sólo soy provocador, también exibicionista como ven. No tengo nada que ocultar, nada de que avergonzarme, todo lo contrario. Vivo mi homosexualidad abiertamente y sin tapujos, y al que no le guste que doble la esquina.


Por Luis Ruiz

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