viernes, 16 de julio de 2010

Del amor y sus sutilezas.

En mis lecturas de hoy, y asiduo como soy a las citas, leo: amor espiritual, sin turbiezas corporales que lo reduzcan a niveles pedestres. (Jesus David Curbelo, en su trabajo, Y dónde está Rimbaud?)
Muy de aquella época, refiriéndose a lo que exigia Juana Borrero a su amado Casal. Cosa de poetas.
Pienso en mí y en mis contemporáneos. Amor espiritual; muy bien. Pero, sin turbiezas corporales? A los niveles pedestres con el mayor de los placeres. Lo más pedestre posible.
Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abraza,
y me cansan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.
Oh, mi amdo!, mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.
Juana Borrero

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