lunes, 12 de julio de 2010

Olé olé olé olé ... que viva España.

España se corona Campeón Mundial, y termina el football. Me alegro por los españoles. Ahora nuestro televisor tendrá un leve descanso, y dejaré de escuchar como música de fondo el insoportable sonido de las Vuvuselas. A mí no me gusta el football ni ningún otro deporte, sólo cuando hay atletismo dirijo mi mirada a la pantalla para ver a esos deportistas enfundados en ajustados shorts, que como una segunda piel descubren todos sus atributos y los músculos bien entrenados en cuerpos que bien valen una misa. Digo una; una cadena de misas con resos incluidos.

Anoche Ralf gritaba como un poseído cuando terminó el partido. El es alemán, pero deseaba la victoria de España. Es él quien no puede sustraerse de la pasión footbolística. De haber ganado Alemania se hubiera sentido infelíz y fustrado. Para el país germano ha sido un revés sin paralelos, el tercer lugar es sólo una simple mención a la que no aspiraban. Y yo contento de no haber tenido que sufrir toda una noche de la insoportable celebración, con banderas, cantos y claxon de autos incluído, en caso de que hubieran ganado.

Espero que Sudafrica salga ganando de todo este rollo, y más que esa imágen de país peligroso, despierte en el mundo un poco de interés. Se apagaron los televisores y el pueblo alemán podrá dedicarle un poco más de atención a las reformas sanitarias que implantó el gobierno cuando todos estaban enajenados con el Mundial. Que no son tales reformas, sino un subión de impuestos a los Seguros Médicos ya de por si caros.


Por Luis Ruiz

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