martes, 23 de noviembre de 2010

Desde la consulta del doctor Lucas.

Sala de espera. A la mujer del altoparlante en la boca la mandan a bajar la voz. Todos nos hemos enterado que fué violada cuando niña, y que conoció a su padre cuando era ya mayor. Al coro se unen dos voces más, parecen conocerse entre si. Por lo menos debe haber consumido su primera dosis de coca junto con el desayuno. Está excitada porque olvidó los cigarrillos en casa, no se explica como pudo ser. La llaman la primera para salir de ella. Quedamos envuelto por un silencio beático.
Me hacen pasar a la consulta. Espero mientras en la otra habitación el médico está con otro paciente. Observo: una habitación amplia, poco amueblada, techo alto y paredes muy blancas, como las cortinas que cubren las ventanas a través de las cuales la luz gris de la mañana de invierno apenas se insinúa. Sobre la mesa de trabajo, en un recipiente de cristal pequeño de forma cóncova muy moderno, dos rosas y una hoja verde al estilo Kebana. De fondo una música suave, engañosa, con la plausible intención de relajar los ánimos.
Y entra el doctor y se hace la verdadera luz. Que bello! El mismo es la terapia. Un día que estaba muy ocupado me quisieron pasar a otro doctor y dije que si no era con él con nínguno. Como negarme tan así porque sí esa visión. Y con lo que le gusta a él acercarse al paciente y tocarlo; o es sólo conmigo? Me pasa la mano por la espalda y el brazo para explicarme algunas zonas, y puf, casi desparece el dolor. Es un santo. Y un vivo. Sin duda no le faltan los espejos en casa. Estoy tupido y no puedo llevarme sus olores, pero le dejo los míos. Antes de salir de casa me bañé con mi colonia preferida: Petalos de violeta, la verde, de "allá", que no me puede faltar. Y que me digan fetichista, pero que Dior, ni Gaultier, que también los tengo, eh?.
En toda esa estrafalaria jeringonza médica, entre sus palabras y el informe escrito del especialista que me hizo las pruebas, deduzco que tengo: Téndinitis, leve degeneración del hueso, inflamación, principio de artrosis en la musculatura del hombro derecho, lastimadura seria del músculo a causa de la carga a la que lo sometí con los ejercicios y que al parecer provocó todo lo demás, etc, etc, etc. Al fin soy féliz porque no hay que amputarme el brazo, aún está allí, es que no sé masturbarme con el izquierdo.


Por Luis Ruiz.

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