viernes, 26 de noviembre de 2010

La calle del deseo.

Decidí comprarme unos espejuelos que llamaran la atención. Me pruebo algunos en el espejo grande que está junto a los probadores. Escogí unos lilas. Discretos como yo.
Cuando salí de la tienda, por la calle donde están paradas las putas más baratas y más feas de la ciudad, una me interceptó en el camino plantándoseme delante: Hast du lust? Si, pero no de tí-pude decirle. La miré sin contestarle. Comprendió y se apartó. Putas y sicólogas. La calle está llena de estas mujeres que parecen salidas de una película de drogadictos y gansters. Me pregunto quien tiene el corage de meterle el bicho en el toto a uno de estos ejemplares. Por la noche, un par de calles más arriba están las putas de más nivel, esas si son lindas y van bien vestidas, parecen modelos. En esa despensa si vale la pena meterlo todo.
Las dejo atrás y sigo mi camino. Hace frío, pero ellas ni se enteran. El culo al aire y la perilla caliente.



Por Luis Ruiz

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