Desde muy jóven busqué acercarme a los bailarines, de allí que mis mejores amigos eran casi todos del mundo de la Danza. También los plásticos y el mundo del Teatro. Asistía a ensayos y hasta tomaba clases con ellos. Por mucho tiempo fuí un balletomano consumado. Luego dejó de interesarme ésta disciplina por repetitiva y circense. Fué entonces, que a raíz de mudarme para la Habana conocí a Marianela Boán y desde que el grupo era sólo un proyecto me incorporé a trabajar con ella hasta que abandoné el país. Con el grupo reciví entrenamiento y hasta bailé en alguna coreografía. Desde siempre me ha gustado ejercitar el cuerpo, y aún hoy, como parte de mi disciplina de ejercicios, una de las cosas que hago es danzar e incorporar a mis ejercicios lo que aprendí con la Danza.
(Fotos de Marcos Pergón, La poesía del cuerpo del bailarín. Tomado de El Pis.)

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