Las circunstancias nos separó, y el tiempo vuelve a juntarnos.
Después de algo más de 25 anos, vuelvo a encontrarme con David Lago. El tiempo no agota la amistad. Ni las pécoras de malas entranas culpables de la desvandada. Ni lo peor. Al menos no siempre.
Almorzamos en un pequeno y acogedor Restaurant de la Chueca. Luego David me llevó a tomar un delicioso café espreso italiano que acompanamos con un rico licor. Hablamos mucho naturalmente. Y quedaron conversaciones pendientes.
David me dedicó y regaló dos ejemplares de sus libros: Los sonidos del silencio, y La resaca del absurdo. Que orgulloso me llevo de regreso a Berlín, junto con su abrazo, su voz, su palabra sincera e inteligente.
Desde aquí: Gracias David.
Por siempre.
Por Luis Ruiz.
1 comentario:
Gracias por tan bonitas palabras. Me llevo este post y el vídeo al Pent. Yo pasé un día delicioso, de esos en que el tiempo no alcanza.
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