miércoles, 3 de agosto de 2011

Un día no se parece a otro...

Porque cada uno tiene su propio peso, sus particulares coordenadas, sus dobleces y rozaduras, una claridad determinada. Ayer, cuando abrí los ojos y el sol lo iluminaba todo con esa fuerza arrolladora, me dije: Hoy será un día maravilloso. Me asomé a la vida.
Gestiones, compras, paseo en bicicleta. Y el sol. Que cuando aparece veneramos como un Dios de esos de verdad y no de los que aparecen y desaparecen como actos de magia en el firmamento que intenta reinvindicar su presencia efímera y dudosa que no resuelve el problema aún cuando se los invoca incluso con pasión y fanatismo... Amén!
Porque sin lugar a dudas (y no es simple teoría) la felicidad está en nosotros.
Y el día no quería terminar, pródigo en luz y tibiesas e imágenes nada despreciables. Aunque terminó como todo termina. Pero antes lo celebramos como Dios manda. Terminamos cenando en la terraza del Restaurant "berkis", del que somos asiduos. No pudo ser mejor. Y recuerdo que dije: Así la vida si tiene sentido.


Por Luis Ruiz.

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