Pensaba hoy en la Librería mientras degustaba un exquisito café y miraba a través de los cristales caer la lluvia, y a los turistas aguerridos que paseaban a pesar del mal tiempo. Porque dias como estos son para quedarse recluídos ocupados en otros menesteres más íntimos. Aunque yo decidí salir desafiando al mismo diablo si oía decir que aparecería por una esquina. O quizás por eso mismo. Yo soy así.
Yo no dejo de sorprenderme, ando siempre con los sentidos bien abiertos captándolo todo. Sin prejuicios. Sin prejuzgar. Sin atenerme a lo que otros piensan de esto o de aquello, sino haciéndo mis propios juicios. Creo que de todo tengo que aprender, incluso de lo "malo", pués no sólo lo "bueno" enseña. La verdad es que yo, más que en todo, creo en mí. De cada plato que me ponen delante tomo lo que me gusta, sin preguntar antes quien fué el cocinero. Y desde luego, lo que no me gusta lo desecho aunque venga precedido de las mejores alabanzas.
Lo digo, porque es muy común hoy en día (pululan por todas partes) escuchar a quienes se erigen (ellos mismos) dueños de la verdad absoluta como única verdad, y no admiten otra. En arte, en política, en cosas cotidianas. Pienso que, dejarme llevar por lo preconcevido me cierra muchos caminos, y no quiero terminar encerrado en una celda de fustraciones construída por otros.
Por Luis Ruiz.
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