sábado, 15 de enero de 2011

Fidel, el hombre de las cucharas.





Por Luis Ruiz.

Al otro lado...qué hay?

Por más que miro a través de la ventana
no puedo descubrir los misterios que
ocultan la posibilidad de un mundo mejor.
Yo una partícula ínfima del todo.
Sólo mis sentidos se atreven acercarse
al peligro. Que la nieve haya empezado a
licuarse no es ningúna señal de cambio.


Por Luis Ruiz.

viernes, 14 de enero de 2011

En el cuerpo equivocado.





Por Luis Ruiz.

Galería virtual.




Por Luis Ruiz.

Marianela Boán.



Por Luis Ruiz.

El grito de la Libélula.

Antier asistí a un ensayo al que Maria me invitó, para revisar juntos una escena de la obra "El grito de la Libélula", de la autora cubana Adriana Quezada. Maria se preparaba para una audición frente a un director alemán que la había llamado para un posible rol en una obra de teatro. A pesar de que, según la actríz, le costó trabajo elegir la escena por la calidad de todas, el texto escogido fué excelente y nos divertimos mucho repasándolo.

Ayer, antes de ir a la audición, vino Maria a casa para que le peinara la peluca, se bañó y comió una merienda que le preparé no sin antes desearle a mi amiga: BUENA SUERTE!.
Maria Magdalena González/El grito de la Libélula
Por Luis Ruiz.

jueves, 13 de enero de 2011

En el Malecón habanero.

Observen como el vendedor de granizados basila al mulato, bueno, y quien no? Yo le regalo el carrito completo...


Por Luis Ruiz.

martes, 11 de enero de 2011

Hoy en la Librería Hugendubel.

Hoy volví a la Hugendubel. Hace tiempo que no subía al Café del primer piso. Antes iba todos los días y permanecía allí horas. Del estante de libros en español, bastante escaso de buenos títulos por cierto, hoy ví algunos de Mario Vargas Llosa, sin duda a causa de su Nobel, tomé un ejemplar de cuentos cubanos, lo cual me asombró. Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Carlos Victoria, entre otros.

Pedí un espresso doble. Con suerte logré sentarme en una de las cómodas butacas junto a la ventana que da afuera. Leí de un tirón todos los cuentos. Carlos Victoria me llevó a Camaguey en el tiempo inusitado de los recuerdos. Al querido Camaguey del nunca más. Y a él, a Carlos Victoria. Delgado, algo desgarbado, el pelo largo lacio casi sobre los hombros. Vivía en Jayamá, un poco más allá del Reparto El Diamante donde yo vivía. Nos encontrabamos a menudo en la ruta 2, y hacíamos el trayecto conversando. Naturalmente, en esa situación hablabamos del calor, las hormigas viajeras, los heliópteros, nada concreto, apolillados entre los demás pasajeros no nos atrevíamos a otra cosa.

Era más común que coincidieramos en casa de algún amigo, o en el parque "Plástico" (alguna loca bautizó así el parquesito junto a Coppelia, por unos anuncios plásticos lumínicos colocados sobre un muro alto frente al Museo de la casa de Agramonte), no podía ser nadie más, estas maravillas sólo pueden proceder de la fantástica imaginación de una loca. O en el parque Agramonte, frente a la Biblióteca Provincial, donde solíamos reunirnos. La complicidad de las esquinas, entonces, unía a los lugareños.


Por Luis Ruiz.

El rincón de la lectura.





Por Luis Ruiz.

lunes, 10 de enero de 2011

Pensamiento.

Lo que dicen los libros, o sea las palabras. El sentido sublimar que encontramos en ellos.


Por Luis Ruiz.

domingo, 9 de enero de 2011

Imágenes del Vernissage ayer en Mann-o-Meter.

Gracias a todos los que me ayudaron para hacer posible ésta exposición, y a los amigos que estuvieron ayer compartiendo éste momento tan especial.




Por Luis Ruiz.

sábado, 8 de enero de 2011

Libro del desasociego.

.No soy una persona de ritos, todo lo contrario. Hacer cada día lo mismo y a la misma hora me parece terriblemente aburrido. Prefiero salir al encuentro de las sorpresas que me reserva la vida. En éste país todo está consevido bajo la estrategia de un plan previamente elaborado. Hasta cagar. Por eso hay tanta gente gris y opaca, más encargada en sacar cuentas que lascas a la vida.

Pero no era de eso de lo que quería escribir, casi digo hablar, lo cual hubiera sido un terrible error, yo no estoy hablando con nadie, estoy escribiendo, y ni siquiera sé para quien. Tal vez para mí mismo; más bien es de eso de lo que se trata. Nada extraño, soy de los que hablan sólo y hasta se contestan, aunque lo juro: no estoy loco.

Sin embargo leer antes de apagar la luz de la lámpara de noche y entragarme en los amantes brazos de Morfeo se ha hecho casi un rito. Aunque mirándolo bien desde mi particular posición, es una necesidad. El antídoto a todos (casi) todos mis males. Leer salva.

Del libro del desasociego, de Fernando Pessoa:

En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insencibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos conque se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación.

En la prosa se engloba todo el arte, en parte porque en la palabra está contenido todo el mundo, en parte porque en la palabra libre está contenida toda la posibilidad de decirlo y pensarlo.


Por Luis Ruiz.