viernes, 18 de septiembre de 2009

Del Manual de Tentaciones, de Abilio Estévez



Ten presente que todo lugar, por oscuro y terrible que parezca, está ahí para que entres.


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Yo he vivido siempre. Nadie sabe cuántos nombres sirven para designarme ni cuántas particularidades posee mi cara. En cada rincón de este planeta he reído y llorado. He conocido el infortunio y la felicidad. No me canso de amar. Tampóco el odio ha dejado de tentarme. Tantos cuerpos me han pertenecido y sobre tantos he sudado mi dicha, que al final nunca he sabido si yo soy yo o los otros. He conocido el placer sobre la hierba y sobre camas suntuosas, y he sido rey y mendigo y atleta y leproso, he sido santo y guerrero. Todas las palabras me prestan servicio. Todas las plegarias me sobrecogen. Todas las blasfemias me sirven. Todos los cantos me exaltan. He ensayado un número infinito de despedidas. Al final siempre regreso: me entristece la idea de marcharme.


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Elegir una puerta es dejar puertas sin abrir.

Un placer presupone que muchos placeres no serán vividos, así como cada tristeza dispensa de tantas tristezas.

El amante que llevas a la cama es sólo uno entre todos los posibles.

La palabra escogida impide el uso de un número indefinido de palabras.

Visitas una ciudad para que otras ciudades queden esperando por tí.

El día que amanece para tu muerte es un día cualquiera, una casualidad.

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