lunes, 19 de octubre de 2009

Por la manana cuando desperté me llenó de aprenhensión el paisaje que me devolvía la ventana. Detesto los amaneceres sin luz. Sin embargo me ví obligado a aceptar los designios de la naturaleza. Cuando salí a la calle caía una llovizna fina. "No me acostumbro amor, no me acostumbro". Que romanticismo ni que ocho cuartos, lo que visualizo es desolador. Rostros contritos y apesadumbrados, perdidos en el más allá, en un mundo que nada tiene que ver con el entorno; nadie mira a nadie.
En el Metro uno se mira la punta de los zapatos, un jóven va concentrado en la música de su I.pod, un viejo lee el periódico, una mujer tiene los ojos cerrados, otro lee un libro, yo los observo a todos, nadie repara en mí, o fingen que no existo para ellos. El jóven sentado frenta a mí ignora mi mirada escrutadora cargada de símbolos mágicos. En éste mundo virtual no hay espacio para el coqueteo descarado a plena luz del día. La mirada indiscreta puede ser una afrenta al mundo privado del observado. A mí ni el frío, ni la masa de grises amenazantes que nubla la manana, me quita las ganas. Dicen que éste tiempo es propicio para el suicidio. Yo pienso que lo mejor es encamarse y hacer el amor. Cómo logran programar el deseo?. Semejante disciplina me es tan ajena como los conocimientos de la luna. Ni los adolescentes muestran signos de exitación. Que distinto todo de aquel país castigado por el sol. Recuerdo cuando yo era estudiante de Secundaria y salía temprano en la manana hacia la escuela; la tela del pantalón amarillo del uniforme ajustado al cuerpo, no podía contener la torre de Pissa que amenazaba con caer y partirsela a cualquiera. Será que mi cuerpo conserva la energía animal de aquellos tiempos?. Cliché o no, pero un nativo bien vale una misa!. Mis ojos bailan cual bailarinas enajenadas por los acordes de una música salvaje. Me habré subido al tren equivocado?. No. Compruebo que todos son de carne y hueso. Yo soy el intruso, el provocador, el anormal e insensato. Tan temprano y con esos pensamientos: Aberrado!. No puedo encadenar mi cuerpo impidiendole esos desmanes. Está escrito en mi carta astral; ni que fuera tan fácil.
Esta manana fría convoca otras mananas, pero más calientes. Estos rostros sin expresión son sólo una alegoría. Los abandono en la próxima estación. Los dejo atrás, sigo mi camino. Cuando vuelvo a salir a la calle nada ha cambiado. Me subo el cuello del abrigo, hundo las manos en los bolsillos del abrigo. Apuro el paso. Conozco el camino muy bien, sé adonde me dirijo, no necesito levantar la mirada del pavimento mojado.Sólo necesito llegar, incorporarme a la rutina, beber una taza de café caliente; y sonar.


de Luis Ruiz

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