No voy a negar los espacios que me habitan. De alguna forma
me siento bien sentado en ésta silla. Es una silla de madera, nada
especial. El placer radica más bien en el tiempo en que floto en
el espacio. Pero no todo es esa divinidad ansiada. Existen
los contratiempos. Siempre ha existido el riesgo; por demás
maravilloso. O sea, que puedo asegurar: soy un hombre
arriesgado. Por algo estoy aquí, digo yo.
El que no arriesga, no gana.
Es cierto, uno llega a creerse esas mentiras (dulces mentiras)
que de tanto repetirse parecen verdades.
Lo importante es existir. Ya vendrán tiempos mejores.
Mientras tanto, el amor tiene voz propia, y deja
que sus sonidos se hagan música en el beso. Y abrazo.
Caricia imprescindible. Mirada de agua marina.
de Luis Ruiz
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