martes, 23 de febrero de 2010

La falta de Manolo

Es media tarde. Estoy en la tienda. Ruido de hierros, golpes, voces. No son fantasmas. O sí? Realizan los preparativos para una celebración del "BILD". Voy al Bar, pido un espresso, vuelvo con la taza, a beberlo como se debe, a sorbos, disfrutándolo.n Excelente café, auténtico, no está mezclado con chicharos. Esta gente no conoce esas mezclas; así como ignora tantas cosas ajenas a su mundo.

Vuelvo a lo mío: a los recuerdos. Mi cuerpo es un gran saco lleno de todos los posibles.

Recuerdo que:

Manolo era un personaje Camagueyano. Vivía en una de las calles aledañas a la plaza San Juan de Dios. Sobre todo tenía mucho sentido del humor, y una naríz prominente que es lo que más recuerdo de él.

A sólo unos pasos de su casa había una escuela, pasaba por allí todos los días. En el patio de la escuela, que daba a la calle, se encontraba un busto de Martí. A los pies del podio que sostenía la cabeza del Apostol habían colocado flores.

Manolo, con esa gracia picarezca de los isleños, que no respetan ni a sus propios muertos, dijo:

- Mira como le han puesto flores al cabezón.

Sus palabras trascendieron el aire y fueron escuchadas por oídos que no perdonaron la blasfemia, ni la ocación de hacer carrera con la delación.

Manolo fué sometido a juicio en la Circunscripción de su barrio, y tuvo que pagar una multa por la ofensa.

Por Luis Ruiz

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