Lo bien que hace alejarse de los escenarios comunes. Viajar en el tiempo y el espacio. Ser libre. Sin ataduras, ni consignas. Ciudadano del mundo. Sin estatus. Puro. Purificado. Sólo presente. De equipaje sólo algunas cosas personales, nada más.
Ahora el sol cae sobre la Plaza Pedro IV, y sobre los tejados más cercanos destacan las construcciones de Alfama, y un Castillo enorme y hermoso, y palmas, y de fondo un cielo azul espectacular.
Muchas palomas.
El tiempo parece no correr, al menos no con la prisa que obvia el valor del momento que nos pertenece, y que si perdemos no vuelve.
Por Luis Ruiz.
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