domingo, 14 de agosto de 2011

Y siento los sonidos de la conga.

Llueve. Y acaba de caer un trueno que parte la noche en dos mitades con el estertor.

Fín de semana fuera de Berlín. Casa de campo. Otros aires (que no es lo mismo pero es igual). Parodia. Gatos, patos, ganzos, gallinas, ovejas, maizales, pinos, flores. Un estanque con peces rojos en la superficie. Yo en medio de todo esto. Armonía. Pura energía positiva.

Como volver a la posición fetal, bien recogido, adherido al cordón umbilical para atarme a las raíces...

Llego y me incorporo al mundo. La información. No me gusta la conga. Más bien la detesto. Pero esos sonidos me persiguen. Nadie podrá liberarse de ellos, dice la sentencia. Ni los más sofisticados. Tú tampóco. Castigo. Tralalalá... Con que insistencia. Todas las "Castas" al unísono. Los más atrevidos le incorporan la poesía. Para disfrazarla (y disfrazarse). Ah, y la patriotizan. Oh, Patria!

Me preparo un Ron con Cola. Viva! Prost! Chinchin! Salud!


Por Luis Ruiz.

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