Regresabamos de cenar en la terraza de un hotel, ubicado en una céntrica plaza de Praga. Una comida excelente, y a media luz, sentados en cómodos butacones de mimbre. Paseabamos por las calles del antiguo barrio judío. Bajo los arcos de un portal de uno los tantos antiguos edificios de esa parte de la ciudad, disfrutamos de un excelente concierto de violines, que lamentablemente la calidad de este video no podrá transportar. Fué un momento mágico y único, de esos que sólo la experiencia vivencial proporciona. Una suerte del destino.
Por Luis Ruiz.
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