sábado, 1 de diciembre de 2012

De disfraces y Papá Noé.

Tal vez no venga a caso, pero se me ocurre, al observar este grupo de personas disfrazadas de Papá Noé, el interés casi perverso que me inspiran los uniformes. Por ejemplo, los uniformes de guardias y policias me sugieren violencia, guerra, delación, todo un conjunto de sentimientos negativos. Al mismo tiempo, según quien lo vista, este mismo uniforme puede provocarme deseo carnal, exitación sexual. De cualquier forma los disfraces, como los uniformes, ocultan algo, y no siempre algo positivo. Muchos lo utilizan como una forma de ejercer el poder o hacer daño. Se dió el caso el año pasado aqui en Berlin, de un Papá Noé que, en uno de los Mercados de Navidad ofreció bebida adulterada o envenenada o algo así a algunas personas. Ahora alertan sobre estar atentos a quienes puedan repetir la fechoría, no aceptar bebidas de extraños, por ejemplo. De repente, los Papá Noé, que sobre todo a los niños causan tanta admiración, se convierten en personajes dudosos que pueden utilizar el anonimato de su disfráz para hacer el mal. Como vivimos en tiempos tan siniestros, donde el bien y el mal van de la mano causando confusión y desconcierto, nos vemos en la disyuntiva de dudar incluso de aquellos que nos muestran su rostro venevolente, porque incluso esos pueden esconder un monstruo disfrazado de bondad.


Por Luis Ruiz.

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