lunes, 11 de enero de 2010

OTRO FRAGMENTO DE QUERELLE DE BREST



Por algún motivo vuelvo una y otra vez a releer ciertos libros. Una conversación con un amigo por ejemplo, sobre el autor o el contenido de su obra. O porque como ahora, me interesa destacar el tema en cuestión.

- El teniente hablaba con un tono cortante. Se defendía contra su emoción. Sus ojos hacían inútiles y dolorosos esfuerzos para no fijarse con demasiada evidencia en la bragueta ni las caderas de Querelle. Un día que le había invitado a un chato de oporto, habiéndole respondido Querelle que a causa de una blenorragia no podía beber alcohol (Querelle mentía: espontáneamente, con el fín de aumentar aún más el deseo del teniente, acababa de inventarse una enfermedad de macho, de "jodedor furibundo"), Seblon, sin la menor experiencia de una dolencia tal, se imaginó bajo la tela azul el sexo llagado derritiéndose como un cirio pascual que llevara incrustado cinco granos de incienso. Se sentía ya muy irritado contra sí mismo por no poder desprenderse de los brazos musculosos y polvorientos entre cuyo vello, dorado y rizoso, quedaban aprisionadas algunas partículas de carbón. Pensó:

"Ojalá pudiese ser Querelle el asesino de Vic! Pero es imposible. Querelle es demasiado hermoso por naturaleza para anadirse además la belleza del crimen. De qué serviría ese adorno? Vic y él no eran amigos, habría que inventarles relaciones secretas, citas, abrazos, besos clandestinos."

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