lunes, 8 de marzo de 2010

Mañana de domingo

Siguen soplando vientos de tormenta. El aire traslada olores nefastos desde todas las orillas. No hay ni habrá concensos. Suenan tambores y se vislumbra el arrastre de chancletas protagonizado por una gran comparsa. De todo y de lo mismo para no cambiar. Espectáculo multimedia. La rutina convierte el espanto en la taza de café de todas las mañanas: sólo deja un leve sabor amargo en la boca que el posterior trago de agua hará desaparecer como por encanto. Unos sufren y otros gozan, pero las aguas siguen su cause por llanuras y montañas, y como dice el refrán: después de la tormenta viene la calma. La apatía se solidariza con la furia, se dan la mano, se besan, llegan a un acuerdo para no sucumbir a sus propias fuerzas. Lo leí? El cuerpo es una isla; en esa isla conviven ángeles y demonios. A lo personal que duele se une el murmullo de la ola mayor golpeando contra las rocas. El que no calla muere. Sobrarán razones para el cuestionario que exija una explicación convincente más allá de los estereotipos creados. En el pase de lista son más los ausentes que los que acuden cada día al festín organizado. Salió el sol, es un día claro, radiante, me dispongo a salir, a celebrar un día más de vida.

Por Luis Ruiz

No hay comentarios: