Ahora no se sabe por dónde va el miedo. No se sabrá nunca. El virus de los pepinos o los tomates o las lechugas o ... El caso es que estoy condenado (por el miedo) a no comer mis ensaladas; mi comida favorita. Como en todo, el enigma se diluirá en la nada. Terrorismo? Quien sabe. Alles ist möglich! Que si un Restaurant en Lübeck. Seguirán apareciéndo pistas. Y los muertos? Bien gracia. En el hoyo. De persona a persona? Dios nos coja confesados.
Y yo me pregunto (por mí mismo): Vale la pena atormentarse tanto en ésta vida tan corta? Si mañana, Zas! un pepino te quita la vida.
Mientras tanto miro caer la lluvia desde el balcón. Bebo un trago. Vivo. Que no es lo mismo que sobrevivir. Y termina la lluvia y el sol es un abrazo. Y el sonido del agua en el pequeño surtidor.
Yo.
Por Luis Ruiz.
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