Por la tarde, con el sol recostado languidamente sobre los tejados, el mundo tiene un color diferente. Me digo. Yo miro por sobre el muro del balcón. En mi calle están rodando una película. Esa manera de transformar la vida que tienen los artistas. Como trabajan. Pasan tres jovencitos. Los he visto rondar varias veces por entre los autos y las cámaras. Se parecen a las gitanas rumanas que ayer intentaron robarle la mochila a uno de los ayudantes. Pero éste se dió cuenta, las siguió y la recuperó. Son los mismos gitanos que han invadido el edificio de mi amigo Felipe y lo han puesto de patas arriba. La vida si es una película. Pero más cruda.
Por Luis Ruiz.
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