Tentaciones. El cuerpo se deja arrastrar hacia el monte donde lo esperan las fieras para devorarlo. Hace alarde de sacar su arma más potente. La introduce en la boca del buitre. Le inocúla el líquido espeso y caliente con sabor a pólvora. Otra vez ha triunfado. Se sabe vencedor. Mira a la hiena que se arrastra con ojos desorvitados con orgullo de macho. Limpia el arma y la guarda. Sonrríe. Se retira. Otra vez volverá.
Por Luis Ruiz.
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