Uno llega adonde tiene que llegar, ni más ni menos. Cuando se emprende un viaje, es debido a la atracción de la distancia donde nos aguarda el destino al que estabamos avocados. Son las circunstancias las que propician ese viaje anunciado aún antes de nuestro nacimiento. O sea, que no es casualidad. Por lo mismo, otros permanecen en el lugar de siempre sin salir. Decimos-fué una suerte. O-escapé de chiripa. No, tenía que ser así.
Cuando mi abuelo, siendo muy jóven, dejó Espana y llegó a las Antillas, no volvió más a su país. Allá comenzó una nueva vida, y allá murió. Hoy su nieto (Yo) ha hecho el recorrido a la inversa; de las Antillas a Europa. Un viaje propiciado por las circunstancias, pero que estaba escrito.
O no?.
Por Luis Ruiz.
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