lunes, 21 de septiembre de 2009

Un hombre finge una muerte inevitable. Se puede morir todos los días al amanecer. Y es triste. Cómo se puede dejar al día sin presencias ?. La luz que no es luz, sino un amágo de claridad muy tenue, deja al cuerpo yacente, sin reconocimiento. Lo excluye. Le impide revivir, incorporarse, salir de sí mismo.

Un hombre reconoce que su interior se ha llenado de sombras, sufre.

Busca la luz; no la encuentra. Desespera. Intenta ignorar el aciágo momento de la despedida.

No hay comentarios: