Uno siempre está de vuelta, yo también. De la familia, los amigos, las ciudades, en fín. Y tras esos regresos: los recuerdos. Y dónde si no se alojan esos recuerdos? Pués en ese espacio que unas veces funciona bien, otras no tanto, y que un buen día se para, y ya: en el corazón. Algunos recuerdos son tristes, otros están llenos de cosas maravillosas.
Casi siempre un viaje nos llena de satisfacciones. Y sobre todo se enseñanzas. De vivencias increíbles. Alguien dijo que viajar es cultura. Y lo es. Aunque a muchos les está vedado ese privilegio.
Acabo de regresar de Madrid. A los españoles no les va muy bien por cierto. La crisis, los políticos corruptos, y todo lo que se sabe. Pero viven, y tratan de hacer la vida, sus vidas, un espacio habitable. Entre estos, mis amigos. Cada uno a su manera, que es la mejor manera de vivir.
Allá tengo muchos amigos, muchos. Tantos, que el tiempo no alcanza para disfrutarlos a cada uno en su justa medida, como debe ser. Para ellos tendría que quedarme entre ellos más tiempo. Pero aún así, soy felíz de haberlos podido abrazar, conversar con ellos, saber que están allí, y que de alguna manera me pertenecen. Como yo a ellos.
Por Luis Ruiz.
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