viernes, 15 de julio de 2011

La tristeza.

Yo no sé si puedo permitirme la osadía de estar triste. La tristeza es un lujo. Porque no conduce a nada. Lo digo (o lo pienso), porque sé que sólo los románticos de otros tiempos padecían de ese mal. Y hasta morían de pena, de amor, o tristeza. Además, no está bien visto dedicarse a una actividad tan improductiva. Hay que hacer algo. Moverse, hablar, reirse, protestar, cantar. Ser un revolucionario. Y los revolucionarios no son tristes. Ese estado de infinitud pasiva no aporta nada a la sociedad. Todo lo contrario. O acaso un par de reflexiones venidas a menos. O un par de frases hechas, que no son poemas (o poemas muy malos) ni literatura ni nada. De qué va a vivir el triste si se empeña en encerrarse en su tristeza? Puro egoísmo-dirán algunos. No, decididamente no puedo llegar hasta allí.


Por Luis Ruiz.

3 comentarios:

Oliverio Funes Leal dijo...

¡Ay, querido Luis, no está mal entristecerse, es humano! Claro, como bien dices, no puede uno fijarse en el pesar. La tristeza es como cualquier otro sentimiento que se nos viene encima, que debemos recibir con el corazón abierto, y que después de asumido debemos dejarlo ir. Y ahí es donde está el truco, no aferrarnos a ella, saber dejarla ir para que no nos paralice. No hay un solo sentimiento humano que no sea válido - no importa lo que digan los "fuertes" con respecto a ello. Mientras más rechazamos algo, una tristeza, una idea, cualquier cosa... más se apega a la mente. Déjate llevar por tus emociones; y no te preocupes, que esa misma corriente emocional que te trajo a la tristeza, te sacará adelante hacia otros sentimientos, quizás nuevos y mejores. Me gustó mucho la emotividad de esta entrada. Un abrazo para tí.

El Tinajón dijo...

Gracias.

Oliverio Funes Leal dijo...

De nalga, Luis (just kidding!)